jueves, 31 de diciembre de 2009

Tres cuadros (¿impactantes?) para terminar el año.

"Autorretrato" (1887) por Vincent Van Gogh
(Museo de Orsay, París)

"Los Embajadores" (1533) por Hans Holbein
(National Gallery, Londres)


"El Origen del Mundo" (1866) por Gustave Courbet
(Museo de Orsay, París)

4 comentarios:

  1. Siempre me gustó Van Gogh, aunque en un principio sus cuadros no estaban entre mis favoritos (aclaro, no sé nada de pintura, solo soy un aficionado). Mis preferidos estaban en los pintores del siglo XX, de alguna manera, y paradójicamente, me parece que el arte abstracto requiere menos abstracción y conocimiento para apreciarse; uno puede ver muchas cosas en un Mondrain, en un Pollock o en un Kandinsky; pero cuando uno mira una mujer desnuda, o un tipo con sombrero, o dos embajadores parados es más difícil dejar de ver una mujer desnuda, un tipo con sombrero o dos embajadores parados.
    Pero, quería decir que lo que me atraía de Van Gogh más que sus pinturas era el personaje; la leyenda, las historias; luego leí sus cartas que realmente son sensacionales; lo ví a Tony Quinn (Gauguin) enojado diciéndole a Kirk Douglas (Van Gogh) como se preparaba una comida rápida e inventando a la vez una ensalada Caprese ("Lust for life").
    Eso, hasta que un día entrando a un museo, a unos 30 metros de donde estaba parado, ví una especie de luz color turquesa que solo había visto antes en el mar Caribe iluminado por el sol; me fui acercando hipnotizado a esa luz sin importar todo lo que me perdía de ver en el camino, y llegué a la fuente de ese verde-azul increíble que no era otra cosa que el cuadro original que está ahí arriba.
    Desde ese momento y luego de ver muchos más Van Goghs, ya en mi gusto su obra pasó por sobre el personaje.
    Dos cosas:
    -Una: los cuadros de Van Gogh tiene vida y más de dos dimensiones apreciables a simple vista, y hay tantas imágines en un solo cuadro como ángulos de puntos de vista adquieras. Los colores y las figuras salen y asaltan tus sentidos.
    -Dos: Para alguien como yo que ha visto muchos cuadros en papel de libro o imagen de tele mucho antes de ver los originales es una maravilla ver la obra cara a cara. Las dimensiones, los colores, la ubicación de la mirada, la predisposición, el lenguaje toma una realidad imposible de empatar en catálogos, reproducciones o imitaciones. Y según mi mirada, los cuadros de Van Gogh son los que más se diferencian a las imágenes fotográficas o fílmicas de los cuadros de Van Gogh. ¿Se entiende?
    Tres: ah no, eran "dos cosas".

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  2. "Los Embajadores" de Holbein es uno de esos cuadros en los que hay mucho, conviene saber unos cuantos detalles para apreciarlo en su justa dimensión; hay mucha cultura, historia, simbolismos, hasta "rumores" en esa pintura. Claro que la primera vez que lo ví no sabía de que se trataba, y la primera vez que lo ví fue en vivo y en directo. Aún así, al observar a la gente que andaba por ahí y conocía algún detalle, pude por lo menos disfrutar de una de las curiosidades que engañan nuestra mirada.
    Se puede ver en mil sitios de la web ese cuadro analizado; y la curiosidad que los movimientos y ángulos de visión que tomaban los "avivados" que miraban el cuadro es esa "mancha" (en el cuadro verdadero realmente solo parece una mancha) que está al centro abajo de la escena.
    Un divertido juego de luz, talento, inteligencia y humor o designio.

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  3. ¿Y el tercero? Este sí que tiene su historia, creo que la primera vez que logró exponerse en un museo fue donde está ahora, eso sucedió en ¡¡¡1995!!!
    Luego de salir del encanto del "auterretrato" azul de Van Gogh, seguí recorriendo otras salas de ese mismo museo hasta que llegué a la que estaba buscando; una en la que se exhibían las obras de Manet, Corot, Courbet y tal vez algún otro artista de esa época y estilo. Mi intención era sumergirme en "Un enterement à Ornans" de Gustave Courbet, había visto un documental en "People & Arts" sobre ese cuadro y había quedado maravillado, realmente es todo un manifiesto y cada objeto y pincelada está milimétricamente pensada y ejecutada; y ¡atención! sus medidas son ¡¡¡315cm x 668 cm !!!, imaginátelo es como estar parado en el medio. Me senté en el banco que estaba (y debe estar todavía) justo enfrente y me quedé estudiándolo todo el tiempo que pude permitirmelo.
    Sigo en un rato, me voy a comer ...

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  4. (Ya comí. Primero, rápidamente por allá quise poner: "Mondrian" puse otra cosa, sea)

    Entonces, luego de un rato me levanté del banco para ver los otros cuadros de la sala, me detuve un rato más de lo normal en "Le déjeuner sur l'herbe" de Édouard Manet, y de repente quedé PETRIFICADO.
    Me encontré cara a cara (o cara a ... como se diga, si me permiten) con "L'origine du monde"; creo que lo primero fue ponerme colorado, realmente sentí un calor mezcla de todos los sentimientos que suelen dar calor, desde el pudor hasta la exitación. No fue mucho el tiempo que permanecí frente al cuadro, seguramente unos pocos segundos, supuse (mal, acartonado, medieval, inquisidor, puritano, prejuicioso, y todos los etcéteras posibles) que mantenerse delante mucho rato contemplando esa pintura sería una actitud que rozaría lo depravado o lo incorrecto; quiero añadir para atenuar el escarnio público por mi autocensura que estaba acompañado por mi hijo que en ese momento tenía 12 años (¿será que este detalle en lugar de atenuar, agrava?)
    Bué, como ustedes ven ahí y si es que no la han visto antes, lo que para mí fue una imagen MARAVILLOSA Y PERTURBADORA (46cm x 55cm) y también, si dios quiere, BELLA.
    Creo que transpiré, el color rojo no se iba de mi cara, la tormenta ruidosa que se desataba afuera no existía, me senté en un banco a ver "L'Atelier du peintre" (359cm x 598 cm) del mismo Courbet y seguía "viendo" El origen del mundo; pasaron los Millet, los gauguins, los seurats, ¡¡¡los cezannes-pisarros-renoirs-monets!!!, y seguía mi corazón en El origen del mundo.
    No sé que dirían o podrían pensar Freud, o Lacan (que fue dueño de ese cuadro antes de pasar al estado francés), ni mi tía, ni el cura, ni ustedes si les confieso que muchas veces cuando estoy parado en la esquina esperando que dé el semáforo a mi favor, o mientras me tomo un mate, o mientras espero que venga el corner, o cuando me despierto en medio de la noche, o escondida entre las figuras de la vía láctea, o en la nube amarilla que dura un instante luego de estronudar se me aparece "L'origine du monde" que me persigue desde su marco de oro como una imagen MARAVILLOSA y PERTURBADORA.

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