
Cada vez que comentaba con alguien mi gusto por Fontanarrosa casi invariablemente un instante después recibía la pregunta: "¿Y Soriano? ¿Te gusta?"; mi respuesta, también invariablemente hasta este año, era: "Nunca leí un libro de Soriano", a lo que seguía una cara en mi interlocutor mezcla de piedad, desprecio (si es que no son lo mismo) e incredulidad. Bué, este año leí primero "Triste, solitario y final", y luego por Octubre "A sus plantas rendido un león".
Debo decir que comprendo muy bien porque muchos lectores los relacionan, y en la gran categoría de "todo tiene que ver con todo" los contactos entre Soriano y Fontanarrosa pueden aparecer inmediatamente y de una manera contundente en un millón de cuestiones, pero (y siempre llega ese "pero") hilando un poco no tan fino creo que estos muchachos transitan caminos diferentes; leo una mirada muy diferente en cada uno y unas inquietudes que solo tal vez en el fondo (muy en el fondo) puedan encontrarse en una encrucijada extratexto. (una "x" más y esa palabra, que no sé si existe, estaba prohibida -¡epa! apareció otra "x", ahora cagué).
A Fontanarrosa lo vengo leyendo desde hace más de 30 años, a Soriano lo he leído bastante en sus trabajos periodísticos, y lo he escuchado mucho en la tele, pero nunca, hasta este año, lo había visitado en sus ficciones. No voy a decir ahora las diferencias que veo entre ambas literaturas, porque tal vez sea una mirada absurda de aficionado y para qué andar sumando más puteadas de las que ya cargo; solo diré que leerlos seguiditos me hizo mantener mi opinión y que este binomio no es para "emparejar" alguna lectura desabrida sino a modo de inventario y cuentas saldadas.
"A sus plantas rendido un león" de Osvaldo Soriano, una manera de contar dos cosas a la misma vez con las mismas palabras, es casi como ver una película de las que dirige Clint Eastwood, te regala una historia que podés querer entender a varios niveles.
Tres escenas para recordar:
1) Situación en la calle con un gorila en medio de la noche africana;
2) (Ahora no me acuerdo, la busco y la transcribo) (La encontré) Charlan Quomo (del África Negra) y Lauri (argentino) en París:
...
- ¿Porqué salió de su país?
- Nos confundimos con Perón, leímos mal a Marx y pasamos por alto a Lenin.
- Eso es un error grave. A Marx yo lo hacía leer en las escuelas.
- ¿Y usted cuándo lo estudió?
- Cuando vine de joven a París. Me lo contó una amiga ugandesa.
- ¿Qué le contó?
- Marx, completo. Íbamos al jardín de Luxemburgo a las tardecitas, nos sentábamos en un banco y ella empezaba: La Sagrada Familia, capítulo primero. Y me lo contaba. El Capital, ...
... y
3) Una escena en un salón de un casino clandestino en París que te hace pensar en la canción "A los jóvenes de ayer" de Serú Girán.

¡Ciao! ¡Ahí nos estamos viendo!
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