jueves, 28 de noviembre de 2013

El número de Asterión (14), lecturas que me acuerdo desde la última vez (Edit.)


Y la reina dio a luz un hijo que se
llamó Asterión.
APOLODORO: Biblioteca, III, I.

"Sé que me acusan de soberbia, y tal vez de misantropía, y tal vez de locura. Tales acusaciones (que yo castigaré a su debido tiempo) son irrisorias. Es verdad que no salgo de mi casa, pero también es verdad que sus puertas (cuyo número es infinito)* están abiertas día y noche a los hombres y también a los animales. Que entre el que quiera..."

"*El original dice catorce, pero sobran motivos para inferir que, en boca de Asterión, ese adjetivo numeral vale por infinitos."

(J.L.B.)

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jueves, 26 de septiembre de 2013

Mascaró, el Cazador Americano - Una lectura nueva (afanándome a mi mismo en la web)

En esto pensé el 25 de Abril


Lugar: Anibalplanet

Jueves. El libro de la semana (IV)

“Mascaró, el cazador americano”
de Haroldo Conti

Hace unos días me pregunté ¿para qué seguir con este registro inútil de mis gustos?

Hace unas horas me respondí: para releer “Mascaró”

El 29 de Septiembre de 2010 Nejimaki-Dori escribió y copió:

Y Kafka pasea por muchas de las páginas de "La letra E" de Augusto Monterroso. Y Kafka se titula la primera entrada de esta especie de diario monterrosino. Debe haber más de 1000 razones para leer los libros de Monterroso, y por lo menos 999 para leer "La letra E". (¿Y esa frase de Shakespeare que Faulkner hizo realidad literaria?).
Les transcribo la mini-entrada de la pag. 151 (de “La Letra E”)

"Tempus fugit":

"El tiempo me pertenece cada vez menos. Antes, cuando leía un libro especialmente bueno, lo disfrutaba con la esperanza de releerlo algún día; si por acaso, por fin, ahora lo releo, siento que probablemente no habrá otra oportunidad."

Así empieza “Mascaró, el cazador americano” (tres primeros párrafos):

"Cuando yo sea hombre 
entonces seré un cazador."
INDIOS KWAKIUTL

El circo

Cafuné sopla y sopla la flautilla de hueso. Es un chorrito de aire, un raspón de metal, un alma finita de viento que se enrosca en el aire. El día aquí es esta música que anda por todas partes, gota, bolita, tiempo desnudo, sin recortes. Cada tanto agita un sonajero de uñas para acompañar la música o espantarse las moscas.
Oreste ha pasado la noche en vela, sentado a una mesa. Los músicos estuvieron soplando y rascando hasta que cayeron dormidos, menos el arpero ciego, que no vio venir la noche y siguió tocando, y recién paró cuando se le agarrotaron los dedos. Mitad de la madrugada. Paró y los envolvió el silencio. El arpa ha quedado en medio del salón. Es un arpa bonita, con el clavijero labrado como un altar y el mástil que remata en un ángel que se sostiene en la punta de un pie como si fuera a saltar al piso. El ángel es pequeño pero preciso. Piel de humano, ojos de vidrio, alas de pichón. Está en el aire, livianito. El arpero es hombre a medias sin el arpa. Él entero es el arpa y el ángel y el ciego que cuan-do foca se sacude con gracia, ve cosas de adentro sin la molestia de la carne, raspa de un lado y de otro en lo seguro, comanda. Vida sin peso.
La cuadrilla tiene fama de letrero. Se transporta. Hoy aquí, mañana allí. La leve vida del cami-no. Se anuncia por cartel como La Trova de Arenales. Arenales es este pueblo. Hay un violín, un acordeón, un redoblante, una flauta dulce, una guitarra y el arpa. El guitarrero es un negro de motas blancas. Toca de sentado, con las piernas cruzadas. El violinista es un viejo legañoso, Madariaga, con un sombrero aludo, grasiento, los ojos mellados, un saco blanco, un pañuelo negro, pantalones a rayas, alpargatas. Apoya el violín en el pecho y mira para adelante. Todo tiempo. El violín está hecho con madera de embalar y suena a cascajos. La trova hace música de ruido con asunto sencillo. Polca, marote, zamba, chotis, valseado, pachanga, cositas de retozo como Corazón de canela o Adiós Mariquita linda. El arpero canta la letra cuando cuadra, a veces el negro, que tiene una voz áspera, sumida.

(Sigue comentario anti-feisbuc)

Leí Mascaró cuando tenía no más de 20 años, en estos días solo podía acordarme que me había gustado, no sabía si mucho o poco; en este momento me pregunto que carajo habré entendido entonces de todas esas situaciones fantásticas-reales-maravillosas, de esos lugares que de tan reales y palpables –y que ahora me son familiares- devienen inverosímiles; qué tanto me habrán abrazado hace 27 años esos amigos compañeros del camino locos-sabios-soñadores-libres-melancólicos-extraños-solidarios.
Pensé en releerlo para emparejar el exceso de norteamericanos (aunque no típicos, ni complacientes) en el comienzo de este ridículo registro de la experiencia de mis gustos.
¡Qué buena suerte!
Hoy sé que “Mascaró, el cazador americano” me gusta muy por encima de lo que me gustan muchos de otros libros que me gustan mucho; hoy siento la dulce tristeza de saber que, como dice Monterroso, probablemente no habrá otra oportunidad.
Hoy me hago un tatuaje mental para que dure la eternidad (y un día) que duren mis días de conciencia sobre este punto azul pálido en que viajo por el universo, que dice: aunque en un tiempito no me acuerde de los nombres de los personajes, ni del aire que se respira en esos lugares que fatigan mis amigos que andan por ahí, ni si esto o aquello, ni de cómo empieza o como termina; de lo que sí debo acordarme es de que fue un camino que valió la pena transitar dos veces con los ojos y las manos de las dos personas diferentes que fui hace más de años y hoy.

Ustedes (los que llegaron a leer hasta acá y tal vez leyeron algún otro de estos “lo mejor de la semana”) entenderán que este experimento incluye una recomendación implícita de que intenten ver, leer, probar, sumergirse, sentir, escuchar, compartir, repudiar los objetos que presento como destinatarios de un gusto personal.
Bué, esa recomendación hoy la hago explícita:
Para saber cosas interesantes de lo que llamamos espectacularmente “la vida”, tal vez sea necesario darle una leidita a “Mascaró”, estoy casi-casi-casi seguro de que se sentirán reconfortados y beneficiados por la tarea.

Abrazo
Anibal Planet


domingo, 2 de junio de 2013

25 Libros en mi mesita de luz - 7 - Libros - 7 - De todo y Otra vez en busca del tiempo perdido



"Mr. Gwyn"
Alessandro Baricco
Hará unos 7 meses que leí por primera vez un libro de Alessandro Baricco. Voy por el tercero, y los tres que leí son diferentes y parecidos.
Estoy cansado. Este es el último comentario que estoy escribiendo en esta entrada (empecé de abajo para arriba) y aunque "copié-pegué" casi todo lo demás estoy cansado y me cuesta decir en tres palabras algo sobre Mr. Gwyn, cada una de las 180 páginas del libro contienen alguna línea inteligente o una frase apta de ser citada. Es una historia que cuenta como se cuentan las historias y reflexiona, de una manera sencilla y amable, sobre para qué sirve contar una historia. Un fragmentito y me voy a dormir:
"...Recientemente se ha publicado otro libro, inacabado. Parece que la muerte sorprendió a la escritora cuando tenía aún que escribir., según los planes contenidos en sus apuntes, al menos la otra mitad. Es un texto curioso porque, contra toda lógica, la parte que falta es la del principio. Hay dos capítulos de cuatro, pero se trata de los finales. Por tanto, para el lector se trata de una experiencia para la que existen razones que permiten calificarla de singular, y que pese a todo seria incorrecto considerar absurda. De la misma manera conoce uno a sus padres, por otra parte, y tal vez a sí mismo..."

Y me doy prisa que van siendo las cuatro y diez. Ciao, que la pasen salvaje.


"Cosa de negros"
Washington Cucurto

Imposible no volver a Cucurto una vez que uno probó el gustito. Este libro contiene dos historias 1) Noches vacías que transcurre en el baile cumbianchero empieza diciendo:

"El Samber es lo más. Todas las tickis van ahí" (a las tickis les encanta que les regales hebillas de mickey para el pelo y que las quieras mucho, mucho que transcurreen el mundo de la bailanta), y un poco más llá dice ""Yo quisiera hablar del Samber, dar una conferencia en varios idiomas sobre el único lugar en esta perra ciudad que vale la pena posta"

y 2) Cosa de negros, que es una cadena delirante de situaciones llevadas adelante en una especie de road-movie urbana en la que se sumerge Washington "el sofocador de la cumbia" Cucurto quien llega a la Reina del Plata para animar su aniversario número 500. Si puedes no perderte de leer esto hazlo (póntelo, pónselo); aquí les paso una "lista" desparramada en un párrafo de las páginas 83/84:

“…Y ahora sí, vamos a mantener un aplauso sostenido para nuestras estrellas invitadas de lujo… El ingenioso gobernador de Tucumán y primo del Presidente, un representante del centro de estudiantes de la Universidad de La Plata, el monarca sirio Al Jalab-Jalamelá…¡Continuemos con los aplausos por favor! Saddam y Clinton que se arrojan migas de pan desde sus respectivas mesas. El árbitro mexicano de fútbol Francisco Codesal, a quien le obsequiamos un par de anteojos; el falso inventor del Sida, el Gran Tipeador de los Sorias, Cachito y Cachirula… ¡Fuertees los aplausos, que no paren! Isidoro Gesbor, las madres de Plaza de Mayo, las hijas de Plaza de Mayo, las nietas de Plaza de Mayo, ¡la Plaza de Mayo! El ministro del Interior de Santiago de los Caballeros. La novelista del boom y ex socióloga neurasténica. ¡Fueerte el aplauso para ella, la señorita Enriqueta Foguetta! ¡También Hermegenesia, la simpática portera de El Palomar! El cadáver de la señora Eva Duarte de Perón, las manos del General, las piernas de la Cucigliuta, Idalina, Justina y Miguelina, las chicas del grupo literario Chucofa (chicas unidas contra el falo), Vocé Abusó, Humberto Anachuri, Pili, Ricardo Bastillas y su secretaria Cirila Negrillas… ¡Vamos no paren de aplaudir que la lista sigue!... Carlos Gamarra, líbero del Paraguay, Rosa de Lejos, Horripilante de Cerca, Ricardo Tose, Benjamín Escupe, Cecilia Aplaude, Suni Castiñeira, Sunilda Villasanti, Suni de la Vega, ¡tres reinas paraguayas!, Miss Tanga, Miss San Bernardino, Miss Bombacha Veloz… El inventor de los pañales descartables, el fundador de San Juan de la Maguana, Luis Pastillas, intendente de Escobar, los mellizos Silvestre y Salvaje, los hermanos Cecilia Peor y Epifanio Imposible, Estrella Rapaz, Delfina y Vanna Cuchitril, la familia Coto, la familia Vega… ¡Y toda la familia argentina, en fin…!”

Ese parrafito encierra todo lo que dije en la entrada del 3 de Marzo cuando comentaba Hasta quitarle Panamá a los yankis; esa entrada comenzaba así:
Primero lo primero.
En el otro lado de la contratapa (como mierda sea que se llame) figura una lista con el título "Resultado de una búsqueda en Google de las palabras "Cucurto es"". Entonces, primero lo primero:
Cucurto es indescriptible.

Cucurto es un impostor.

Cucurto es un infiltrado.


(Adhiero a mí mismo)



"El pasado"
Alan Pauls

Esto pensé y escribí el 30 de Mayo en feisbuc:



Hará unos dos meses Norberto hizo un comentario sobre la película “El pasado” de Héctor Babenco, convocando a ese interesante tema de -casi seguro- inútil discusión en las mesas de café de, nosotros, los aficionados, que me gusta enunciar grandilocuentemente como “Cine y Literatura” y que suele derivar a “Cine o Literatura” o muy generalmente a “Todas las adaptaciones de obras literarias a obras cinematográficas son una mierda”.




(sigue comentario anti-feisbuc onda “día del amigo”)



En aquella ocasión mi amigo Norberto (((“se viene elogio cómplice”: quien, entre otras virtudes, es el más grande jugador de fútbol amateur que he visto en mi vida –y he visto muchos, y he visto mucho fútbol amateur y del otro))) se animó a recomendarme la lectura de “El pasado” de Alan Pauls, novela en la que se basa la peli de Babenco.

El libro andaba inleído y juntando polvo en mis estantes (sentado en un banco de suplentes pobladísimo) y tocó darle una oportunidad, entró, jugó, y jugó muy bien. Hace ya una semana acabé de leer “El pasado” (podría decir incluso que el libro acabó conmigo) y hoy dejo dos o tres palabras que considero merecen estar publicadas en este espacio (si es que estas palabras merecen ser publicadas en cualquier espacio, y si es que en este espacio merece ser publicada cualquier cosa)


Dijo Norberto, nada tontamente, “Todos somos Rímini”, y es lo mejor que se puede decir de esta novela en tres palabras, incluso es lo mejor que puede decirse en cualquier número de palabras (((“segundo elogio cómplice”: ese comentario –“Todos somos Rímini”- indica que Norberto es mucho más que un muy buen jugador de fútbol))). Rímini es uno de los protagonistas de la novela.

Adhiero a esas tres palabras: “Todos somos Rímini”

Para conocer el alcance de esa descripción hay que aventurarse (y sumergirse) en las más de 500 páginas de “El pasado”)

todo lo que sigue es puro blablablerío

Rímini se llama simplemente, y para mí enigmáticamente, Rímini.
Pregunta superficial: ¿Quién carajo puede llamarse “Rímini”? Si ya sé, una ciudad de Italia, ¿pero un tipo?
La novela cuenta, en primerísimo plano y exhaustivamente, la historia de cómo Rímini se va relacionando con diferentes mujeres, relaciones marcadas (en todas las acepciones de la palabra) por la relación fundacional con Sofía.
La novela cuenta, como de paso o como circunstancialmente en un segundo plano y también exhaustivamente, la historia del pintor Jeremy Riltse (es tan vivo el retrato del personaje “Riltse” que me sentí obligado a guglear para ver si era real, y ahí tuve una grata sorpresa)
El estilo y el lenguaje ofrecen alguna dificultad, exigen que uno le ponga ganas y neuronas; no es un libro para leer en el colectivo lleno o en la sala de espera del dentista, algo se te puede perder. Me hizo pensar en Proust, y enseguida que pensé en Proust sentí que podía estar exagerando o “blasfemando”, y entonces enseguida-enseguida pensé que podía ser un caradura porque de Proust solo leí la mitad de “Por el camino de Swann”; pero bué, soy un suertudo y luego me absolví al guglear “Riltse”; y finalmente transigí pensando en “El pasado” como una novela del siglo XIX.
Lo último que voy a decir es que la sensación que me dejó, salvando las distancias del lenguaje, la calidad y cierta variación temática, fue una muy parecida a esa sensación que nos ha perseguido a muchos de los que hemos visto con algo de placer y mucho de horror la película “Atracción fatal”.
(Norberto, recomendando “El pasado” creaste un monstruo, así que sabrás disculpar la mención, las opiniones y los elogios)

(((Ultísimo dato, no vi la película, pero si gugleoboludeando vi que Axel Pauls, el padre de Alan Pauls, actúa haciendo del padre de Rímini –lindo dato che, ¿cierto?-)))




"Una novela real"
Minae Mizumura

En mi recorrido escueto por la literatura japonesa, o mejor dicho por libros escritos por personas nacidas en Japón, este resulta ser el más occidentalizado hasta ahora en mi entendeimiento. Bué, tenía que ser, el libro comienza contando la vida de la comunidad japonesa en Nueva York, el personaje alrededor del cual giran todas las historias (en ausencia o en presencia) es un japonés que protagoniza y triunfa transitando el superficial american way of life por una lado, mientras que por otro camino, antípodo y profundo, aparece fracasando a la orilla de un par de familias acomodadas y occidentalizadas en la posguerra japonesa,

La historia nos la cuentan las mujeres, y a medida que las hojas van quedando atrás los enigmas se van descifrando tan suavemente hasta que cae la última página que nos hace pensar torpe y equivocadamente: "claro, esto ya me lo imaginaba".
Por suerte (o por voluntad) esa forma de narrar, describir y vivir el mundo que me gusta ver en "lo japonés", aunque contaminado por el implacable concreto occidental, se mantiene en el tono y el ambiente que mis ojos quieren ver y mis oídos quieren escuchar en esta novela.



"Siempre nos quedará París"
José Pablo Feinmann

Un título con una de las mejores líneas del cine. Alguien que escribe que lleva un recorrido intelectual y de vida real muy por encima de los que habitan la fauna habitual del pensamiento político-social de este barrio sur del mundo. Un subtítulo que nos descubre sobre que vamos a leer.
Una visión del humano pasada por el prisma de un manojo de películas, muy lindo de andar, es como estar sentado en el bar de la esquina de tu casa con tus amigos viendo la vida pasar y pasar, y algo más ... bué, y mucho más. Y si sucede que no coincidís con las opiniones que van pasando, no te preocupes:
Siempre nos quedará el cine


"El cine según Hitchcock"
François Truffaut

Es difícil hablar de este libro sin repetir lo que cualquiera con medio dedo de interés por el cine puede decir, hoy repetiré aquí lo que pensé y escribí en otro lado de la www el 21 de Febrero de este año:

Hace unos días un amigo dejó acá en feisbuc este comentario:

“Recomiendo "La chica", una peli sobre la relaciòn sicopàtica de Alfred Hitchcock con Tippi Hedren, la actriz de "Pajaros"

Yo participé diciendo:

“Siempre me pregunto que destino llevan este tipo de comentarios una vez que se lanzan al éter. Lo voy a celebrar mirando primero "Los pájaros", luego "Marnie", y cerrando con "La chica" (que no tenía idea de que existiera). Si me quedan energías, le meto una vuelta de tuerca como bonus tracks con "Algo Salvaje" y "Doble de cuerpo".

Recién voy cumpliendo (y con mucho placer) un poco más del 50% de mi “promesa electoral”; y resultó que en el camino recordé que mantenía “inleído” decorando mis estantes el libro “El cine según Hitchcock” de François Truffaut.

Lo arranqué estropeando la cosmética de la biblioteca y se me ocurrió que tal vez los libros estén para ser leídos. Lo leí. Hoy enrulo el rulo y lo dejo acá como nueva sugerencia (ya que nació acá, me parece que merece seguir este recorrido) .

El libro es un “reportaje” (¡JA! Y cagate de risa de Catalina Dlugi, Alejandro “Marley” Wiebe, Alex Kuschevastzky, and so on), una charla sobre películas entre dos personas inteligentísimas que entienden perfectamente de qué trata el arte cinematográfico, entre otros detalles, porque son dos tipos que lo han inventado, celebrado y finalmente re-inventado.

“Reflexión cualunque”: Facebook también puede ser útil para fomentar un entretenimiento.

Ciao, me voy a ver “Rumores”

Abrazo.

“The End” (como en las pelis, las primeras palabras que aprendí en inglés)




 "El vino del estío"
Ray Bradbury

Leí este libro por primera vez hace muchos años, era muy joven; de aquella vez recuerdo un sabor gracioso por la infancia que hacía muy poco había dejado atrás, tal vez no del todo, y un sabor agridulce al prefigurar según los ojos de la historia del verano de 1928 que podía indicar el futuro de mis días.
Treinta años después, la lectura de El vino del estío fue como escuchar una de esas grabaciones con los 100 hits de una década pasada mezclado con el sentimiento de haber caminado un largo camino y haber llegado a muchos de los lugares que los personajes fugaces de este libro han visitado.
El personaje central Douglas Spaulding tiene 12 años y va recorriendo todas las etapas de una vida a través de la gente de su pueblito; a medida que el verano avanza se van acumulando las botellas de vino de manzana (supongo que sidra che) que recordarán tiempo después el sol de una mañana de junio o una lluvia de agosto, cada día del verano atesorado en una botella en forma de vino.
Cualquier tontería (o no) te podrá hacer pensar en como las tardes de julio de 1928 no fueron tan distintas a las que pudiste vivir en enero de 1975 cincuenta años después, una continuidad que me parece que se ha interrumpido hace ya muchos años.
Las charlas en los porches que tanto gustan a Ray Bradbury, y deberían estimular a cualquier persona que lleva algo entre pecho y espalda, la máquina de la felicidad, la mujer-máquina, la máquina verde, la del tiempo; el terror de las noches con presencias (o ausencias) acechando, el paso de los años en los viejos, la vida atrapada de la mediana edad, el eterno presente de los chicos, los sueños de salir a recorrer el mundo.
Un libro con una dulzura especial.


martes, 30 de abril de 2013

martes, 26 de marzo de 2013

Seda (hoy 253)

"Seda"
de Alessandro Baricco


Leí este hace unas semanas; dice la contratapa que dice Baricco: "Esta no es una novela. Ni siquiera es un cuento. Esta es una historia"
Una historia suave como la seda.
Una historia melancólica como la seda (la seda se me hace melancólica, la seda es para los que nos quedamos abismados en algún recuerdo).
Una historia suave como lo japonés que es suave como la seda.
Cualquier cosa que cuente te va a llevar más tiempo entenderlo que leer directamente este libro. Transcribo al azar (¿al azar?) un capítulito que anda por la mitad del libro, tal vez así puedas saber de que suavidad te  estoy hablando.

35. 
Hervé Joncour no había visto nunca a aquella muchacha ni, en realidad, llegó a verla 
durante aquella noche. En la habitación sin luces sintió la belleza de su cuerpo, y conoció sus manos 
y su boca. La amó durante varias horas, con gestos que no había hecho nunca, dejándose 
enseñar una lentitud que desconocía. En la oscuridad, no importaba amar a aquella joven y no a ella. 
Poco antes del alba, la muchacha se levantó, se puso su kimono blanco y se marchó.

jueves, 21 de marzo de 2013

Cuando pienso en Otoño ... los cuentos de Carver visitan mi recordis

Hace unos años leía el Epílogo de "Si me necesitas, llámame" escrito por Tess Gallagher (viuda de Raymond Carver); contaba sobre como encontró y decidió publicar estos cinco relatos inéditos. En el segundo párrafo nos contaba (nos cuenta):
"Tras la muerte de Ray, cuando su traductor japonés, el espléndido novelista Haruki Murakami, vino a verme con su mujer, Yoko, me confió que sentía tan dentro de sí la presencia de Carver que le horrorizaba concluir la edición de sus obras completas. Ahora comprendo la mezcla de júbilo y tristeza que debía sentir"
cri-cri, cri-cri, cri-ccri
¿Dónde carajo ví ese bello nombre japonés?
(bello sonido, como casi todo nombre japonés)
¿Haruki Murakami?
Ni idea.
cri-cri
Seguí leyendo:
"Este trabajo me ha procurado la especial alegría de volver a oír una voz que ya parecía fuera de este mundo, de asistir a su inesperada reaparición después de que se hubiera cerrado el telón. Si hoy se descubriera un baúl de manuscritos de Kafka o de Chéjov ..."
¡bing-bang!
¡Ya sé!
¡Un libro con una tapa líndisima con un gato!

Así empezó mi recorrido por Murakami; bué, pero hoy estamos con el amigazo Carver


"Principiantes"
=
"De qué hablamos cuando hablamos de amor"
Raymond Carver
(salvaje y editado)
Recuerdo haber escrito bastante corto y (creo que) preciso sobre "De qué hablamos cuando hablamos de amor", pero no me acuerdo donde. Rápidamente y para empezar hay que decir que el título es knockout en el primer round, y los relatos son knockout en el primer round con daño permanente; Carver nos cuenta ese tipo de historias que dejan una semilla de inquietud entre pecho y espalda, y después tenés que ver que carajo hacer con eso que va creciendo dentro tuyo.
"Principiantes" es la versión sin corregir de los cuentos que componen "De que hablamos...", y en esta forma "salvaje y extendida" son tan directos e inquietantes como los de la versión "editada". Mientras uno los lee dan ganas de que todo lo que nos dicen no pueda ser más que un verosímil en medio de una ficción, pero es imposible soslayar que las historias pueden estar sucediendo a menos de 100 metros de nuestra casa, o en nuestras propias vidas.
(¿En qué se diferencian? Cuantitativamente para que se den una idea, la diferencia de tamaño de los libros es proporcional a la que están viendo aquí, mismo tamaño de letra, 312 páginas para uno, 157 para el otro).
Hay una interesantísima polémica sobre que grupo de relatos es mejor; eso lo pueden transitar en la world-wide-web tranquilamente. Según mi gusto y teniendo la diferencia de tiempo en que los leí, me parece que leer a Carver es una experiencia que vale la pena de ser vivida en cualquier versión y en cualquier grupo de relatos, y luego, intentar sobrevivir en el pequeño mundo personal sin velos que nos deja. Las historias de Carver pasan siempre e indefectiblemente por el corazón.

Como ven, no ando en la cresta de la ola precisamente, todo lo que se me ocurría escribir acá hace 5 días ya no lo tengo al alcance de las neuronas, tal vez sea esa semillita de inquietud Carver que me trae melancolía y desconcierto otoñal, aunque leí Principiantes hace más de un mes y todavía era verano. Me voy, ciao Carver, nos vemos en la peli de Altmann ("Short cuts",1993) que pienso ver en estos días y que cuenta tus cuentos dialogando entre ellos.

La línea Carver-Murakami ya la conté también cuando hablé de este libro que está ahi abajito, no me acuerdo de cuándo y si me acordase tal vez sería mejor no decirlo, le hago en todo caso un "copiar-pegar" en un comentario de esta. ¿Linda tapa no?
a

martes, 12 de marzo de 2013

De otras entradas recientes, cerrando un círculo


Ayer Doluglas Adams hubiese cumplido 61 años, eso lo ví en "la imagen del día" de google, por eso lo cité (la vida, el universo ... y todo lo demás...) mientras escribía sobre "Cartas marcadas" de Dolina; y luego mientras transcribía un fragmento leí  "la muerte de Carlos Gardel" y me acordé del libro de Antonio Lobo Antunes; finalmente hice la "promesa electoral" de incluir por acá el capítulo 53 del libro de Dolina, hoy cumplo, otra vez
Anibal cumple, Nejimaki dignifica.
Pasó también que la semana pasada les conté, o mejor dicho me conté a mi mismo, alguito sobre "Historias de Cronopios y de Famas"; antes de ayer me enteré que había peli en post producción, va el trailer:






Del libro “Cartas marcadas”
de Alejandro Dolina










Capítulo 53
Una noche en el Club de los Suicidas
(Falsificación del capítulo anterior)

La noche del solsticio de verano, el Club de los Suicidas estaba en sesión. Las cartas ya se habían repartido. El mago Leblanc paseaba por el parque solitario y aburrido, esperando que sirvieran la cena. Llevaba en un bolsillo interior el tres de corazones que garantizaba su superviviencia. Algunos socios tenían por costumbre guardar su carta sin mirarla hasta último momento, justo antes del amanecer, cuando se mataban los portadores de los comodines. Leblanc había intentado algunas veces permanecer en esa desesperante ignorancia. Nunca había podido soportar más de un cuarto de hora.
La hermandad suponía que un suicida era proclive al derroche y al desenfreno. Cada reunión costaba una fortuna. Muchas veces se contrataba a estrellas de cine y de la música. Desde luego, se ocultaban los verdaderos fines del congreso: a la hora de las muertes solo estaban presentes los socios.
A medianoche, en la penumbra del gran salón, Leblanc bailó unos tangos con una muchacha argentina de increíble belleza. Se llamaba Hortensia Lagos, era inteligente y misteriosa. Él se enamoró inmediatamente y con despliegues de ilusionista intentó seducirla durante largas horas. El mago comprendió que ella lo estaba rechazando del modo más encantador: contestaba sus demandas con risas, se pnía a bailar si él la abrazaba, calumniaba a Sastre para desarmar el silencio.
De todos modos, no se separaron en toda la noche. Cerca de las cinco, cuando el parque estaba lleno de borrachos, se sentaron al borde de un estanque. Leblanc presintió que ya no volvería a verla y tuvo miedo. Por primera vez un peligro lo asustó. En un arrebato, tomó las manos de Hortensia y le suplicó que lo amara. Ela no dijo nada.
Entonces, el mago mintió. Dijo que le había tocado un comodín y reclamó para sí las prerrogativas de un condenado. Ella aceptó. Se encerraron en un cuarto del primer piso y desde allí escucharon la campana que convocaba a la reunión definitiva en el fondo del jardín.
Leblanc y Hortensia caminaron en silencio y fueron los últimos en llegar. Los señores Aubry y Guizot, desde la plataforma de un pequeño templete, contaban a los presentes y daban órdenes escolares. Guizot pidió silencio y se dispuso a pronunciar unas palabras de rutina.
   -Te engañé –susurró Leblanc-, en verdad me tocó el dos de diamante.
Ella lo miró con dulzura y sonrío. El mago oyó, avergonzado, los pomposos rodeos que utilizaba Guizot para preguntar quiénes tenían los comodines.
Súbitamente, Hortensia lo besó en la mejilla y caminó hacia el estrado, con la mano en alto, mostrando a todos su carta del bufón, la carta de la muerte.
Leblanc huyó. A toda carrera llegó hasta su motocicleta justo a tiempo para encenderla y tapar con su estruendo el sonido de los disparos.



"El inciso estoy equivocado es una paradoja"
(dice un personaje de Dolina)

"La muerte de Carlos Gardel" de Antonio Lobo Antunes
(no es fácil, hay que animarse)


martes, 5 de marzo de 2013

De-rama-en-rama: Kafka-Oficinista-Hipnotizador-Cronopio-Samsa-Katadreuffe-Kafka

Iba "de-rama-en-rama", pensaba en mí, en lo que soy, en como uno no puede dejar de ser lo que hace, uno es "lo-que-hace", recordé "El hipnotizador" que había leído hacía unas semanas y su ambiente kafkiano a mis ojos de oficinista que no puede dejar de ser un oficinista, porque eso es lo que hago. Luego Maia me pidió que le lea un cuento corto, y en cinco minutos pasó todo esto que viene aquí abajo y no hace falta ni que le eches una mirada.

"El Hipnotizador"
de Pablo De Santis - Juan Sáenz Valiente


Cuando hace dos meses leía y miraba "El Hipnotizador" mis pensamientos iban siempre hacia Kafka; bué, no sé porque mis pensamientos están siempre viajando hacia Kafka, o si sé. La cuestión es que me remitía a Kafka más allá de mi normalidad. Hoy mientras iba "de-rama-en-rama" y al momento de llegar al Señor Arenas, el Hipnotizador, y claro a Kafka, Maia me pidió un cuento corto; enseguida pensé en Monterroso (¿en quién sino?) pero los mini-relatos resultaban ser demasiado cortos, lo que me hizo desembocar finalmente en Cortázar. De la lectura rápida y "persecutoria" Monterroso-Cortázar pintó una coincidencia en el resplandor que la electricidad de mi cabecita transformaba en constelación.
¡Ah! "El Hipnotizador": excelente de veras, kafkiano, novelescamente negro y con apariciones de ciertas caras que van desde la broma mordaz a la ironía, y también al homenaje.

"Historias de Cronopios y de Famas"
de Julio Cortázar

Este minicuento...
Historia
Un cronopio pequeñito buscaba la llave de la puerta de calle en la mesa de luz, la mesa de luz en el dormitorio, el dormitorio en la casa, la casa en la calle. Aquí se detenía el cronopio, pues para salir a la calle precisaba la llave de la puerta.



"La Oveja Negra y demás fábulas"
de Augusto Monterroso

Me llevó a este que había leío unos segundos antes, y aquí está...
La cucaracha soñadora
Era una vez una Cucaracha llamada Gregorio Samsa que soñaba que era una Cucaracha llamada Franz Kafka que soñaba que era un escritor que escribía acerca de un empleado llamado Gregorio Samsa que soñaba que era una Cucaracha.

(aquí arriba ¿El cuento más corto de todos los tiempos? "El Dinosaurio")

"La Metamorfosis"
de Franz Kafka


Y había que citarlo abriéndose camino...
"Cuando Gregorio Samsa despertó aquella mañana, luego de un sueño agitado, se encontró en su cama convertido en un insecto monstruoso ...
-¿Qué ha sucedido?
No, no soñaba ..."



"Carácter" de Mike Van Diem
(Una de las películas más kafkiana que recuerdo)