martes, 20 de noviembre de 2012

Binomio de libros. Dos Diálogos en New York ... y Woody con Gershwin



En el último mes de Junio mientras estaba tirado en la cama convaleciendo de una ridícula, aunque no menos grave, lesión futbolística dio la lindísima casualidad que leyera estos dos libros sucesivamente. En mi convaleciente ridículo criterio y ya pasados los meses, diré que no creo que se trate de dos obras extraordinarias, pero sí que tienen momentos extraordinarios. Voy a transcribir algunas líneas de cada uno al azar; leí primero el de McCarthy y luego el de Puig. Jamás leo las contratapas antes de leer los libros, así que no sabía que me iba a encontrar en uno de esos momentos maravillosos de la insignificante vida de un oficinista que en general llamamos como "casualidad". Hoy leo las contratapas, una empieza: "Dos soledades en Nueva York ...", podría ser la de cualquiera de los dos libros.


Lo primero que me gustaría decir de este libro es: Maestro, ¡Qué título!. Supersticioso, no me animo a repetirlo. Lo segundo es la obviedad de repetir lo obvio: que gran escritor es Puig. Lo tercero, aunque un libro no sea extraordinario (tal vez podría serlo este en lo formal), que lindo es intimar (odiándolos, amándolos o simplemente dejándolos pasar) con personajes familiares como lo son siempre los de Puig, uno tiene la impresión de que esos tipos y tipas que aparecen en sus novelas son viejos conocidos o se los puede encontrar a la vuelta de la esquina o en el ascensor de su edificio o escribiendo esto en un blog o leyendo en este momento como estás vos que no sé quien sos y casi seguro nunca lo sabré.
Y en las páginas 68 y 69 dice:
"...
-¿Cuál es el último paisaje que ve, antes de quedarse dormido?
-A veces me quedo dormido y me pongo a soñar con más paisajes. Y esos sueños son siempre agradables. Es como el cuerpo de una mujer, al que se está explorando.
-Trate de concentrarse y dígame cuál es el último paisaje que ve antes de quedarse dormido.
-Basta de paisajes, no puedo seguir más.
-¿Le sería posible explicarme lo que se siente en el miembro en esos momentos?
-La sensación no está ahí solo, inunda todo el cuerpo… No sé como explicar…
-Trate de concentrarse. Haga un esfuerzo.
-¿Para qué mierda?
-Ya que no es capaz de explicar lo que se siente, ¿podría por lo menos decir a qué otras sensaciones se parece? Algo que yo pueda experimentar, o recordar, en mi condición actual.
-¿Ha nadado alguna vez?
-Ahora no, pero sí recuerdo lo que era, no sé por qué.
-Cuando la temperatura del agua es perfecta, ni demasiado fría, ni demasiado caliente, fresca y nada más, y uno va nadando, deslizándose por el agua, y después sale, y las gotitas de agua como que brillan encima de uno, y la piel le empieza a hormiguear, esa sensación linda es como la sensación del sexo.
-Recuerdo esa sensación, la de nadar, pero no era muy importante para mí. Mientras que veo que el sexo es terriblemente importante para la gente. Esa importancia es la que no puedo entender.
-Después de terminar, aunque no se quiera a la persona, brota como una cierta… solicitud o afecto, aunque uno haya empezado por mostrarse indiferente o fastidiado, u hostil.
..."


Sobre el de Cormac McCarthy es más fácil decir algo. Supongo que es una obra de teatro; una de esas que desmayan de profundidad a los mediocres críticos norteamericanos, y que cualquier lector del tercer mundo como nosotros (bué, como yo) transita con cierta perplejidad al conocer la superficialidad de las preocupaciones existenciales de los dueños del mundo (léase "imperio asesino de niños", especialmente hoy 20 de Noviembre de 2012, en fin, como hace décadas). McCarthy me gusta, me gusta mucho, tiene una mirada áspera de la realidad y siempre lo que cuenta deja un espacio para que uno complete la imagen del mundo que nos presenta, haciéndonos sentir protagonistas (y cuando lo hace bien, hasta "cómplices") de su relato; y en este caso, en que se trata de un diálogo, uno siente el impulso de intervenir en esa conversación entre "NEGRO" y "BLANCO", los estereotipados personajes de esta obra.


Y en las páginas 20 y 21 de mi libro (ese que está ahí arribita), dice:
"...
BLANCO: Probablemente no creo en muchas de las cosas en las que creía antes, pero eso no significa que no crea en nada.
NEGRO: Pues póngame un ejemplo.
BLANCO: Básicamente en el valor de las cosas.
NEGRO: ¿El valor?
BLANCO: Sí.
NEGRO: Está bien. Cuáles, a ver.
BLANCO: Muchas. Cosas relacionadas con la cultura, por ejemplo. Libros, música, arte. Cosas así.
NEGRO: Muy bien.
BLANCO: Ese tipo de cosas son las que tienen valor para mí. Son los cimientos de la civilización. O al menos tenías valor antes. Ahora ya no tanto.
NEGRO: ¿Y eso?
BLANCO: La gente dejó de valorarlas. Yo también, hasta cierto punto. No sabría decirle exactamente por qué. Ese mundo en gran parte ha desaparecido. Pronto habrá desaparecido del todo.
NEGRO: No sé si le capto, profesor.
BLANCO: No hay nada que captar. Olvídelo. Las cosas que me gustaban eran muy frágiles. Yo eso no lo sabía. Pensaba que eran indestructibles. Y no.
NEGRO: Ah. Y eso fue lo que le hizo saltar del andén. No era un problema personal.
BLANCO: Es personal. La cultura y la educación hacen que el mundo sea algo personal.
..."

Y, dándome prisa porque ya son las 4 y 10, les dejo las imágenes de esa peli maravillosa que me encontré, y no por casualidad, youtubeando




Ese es el sensacional comienzo de "Manhattan" de Woody Allen (que supongo que a nadie le debería importar cuantas estrellas le dan los críticos de FilmAffinity), y por si eso fuera poco y por el mismo precio la música es "Rhapsody in Blue" de George Gershwin.

Aquí modo de "Ciao" y "¿Qué la pasen salvaje!" la imagen de un tapiz que me encontré una vez entre las imágenes "astronómicas del día" que aparecen allá bien al sur de esta pantalla de blog.


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