Decir algo sobre Enrique
Symns en tres palabras es imposible, decirlo en cien mil es algo que no sería
celebrar su figura sino acartonarla; así que asumo que sabés quien es o guglearás
inmundamente llegando incluso a la inmunda Wikipedia.
Lo que nos trae hoy Enrique Symns a este blog es su libro
Lo que nos trae hoy Enrique Symns a este blog es su libro
“El Señor de los Venenos”
una biografía difícil
de recomendar si no se quiere incurrir en una serie de delitos. Lo dejo caer
aquí como una de mis lecturas más recientes, un libro magnífico que me permitió
visitar lugares conocidos, algunos familiares y otros ni siquiera rozados (por
suerte o por desgracia, eso ya no podré saberlo). El ritmo y lo que cuentan
esas páginas me han llevado invariablemente a la canción “Un loco en la
calesita” de Fito Páez, muy adecuado si uno sabe que Symns escribió (y publicó
en 1995, creo) una biografía reportaje titulada “PÁEZ”.
Voy a transcribir ahora
una página del capítulo-relato que se llama El Gol y que transita justo la
mitad del libro. Siendo “actual”, diré que creo que los últimos renglones podrían,
de una vez y para siempre, sacar de su sopor a los miles de idiotas que todavía
se manchan los dedos con tinta de diario mientras se dejan opinar.
“El Gol”
Su apellido era Felman; rosarino,
kinesiólogo de profesión, lector apasionado de Cerdos y Peces, estaba enojadísimo por una entrevista realizada a un
sociólogo yanqui llamado Steve Rivas, invitado al encuentro de filósofos y
pensadores denominado Grupo de Investigación de Ideologías Alternativas
organizado por el FDP (Frente de Pensamiento Disidente). En esa entrevista, el
yanqui reveló algunos vectores para la comprensión de esa causa perdida que es Occidente,
y el espacio otorgado a Papá Norteamérica enfureció a Felman.
La carta que mandó era inteligente, así que
se lo invitó a visitar la redacción. Era muy común convocar a todo tipo de
patanes y poetas, sujetos que decían ser periodistas o asesinos, prostitutas
que querían organizar gremios, tipos que habían encontrado un montón de huesos
humanos en el jardín de su casa, locos escapados del manicomio que aseguraban
tener una radio en el cerebro o presos recién salidos del matadero de almas, y
afortunadamente también iban docenas de muchachitas que casi siempre terminaban
acostándose en el baño de la revista.
Felman era un hombre de casi dos metros y
unos 65 años muy bien conservados. Y con una voz inolvidable, aguardentosa, de
locutor de radio reventado. Llegó a la redacción de Corrientes y Uriburu y puso
una bolsa de 10 gramos sobre el caballete donde yo apoyaba mi máquina de
escribir.
Ese día se le explicó que Steve Rivas no
existía; que la revista había iniciado una etapa de periodismo ficción, donde
se irían inventando personajes alucinantes que expresaran lo que había que
decir sobre el mundo, en lugar de entrevistar a psicoanalistas y analistas políticos,
o críticos de arte y expertos en todo tipo de sandeces que nos obligaban a
arrastrarnos penosamente entre las carreteras del calendario. Se le explicó que
tampoco existían esos “encuentros alternativos”, y que inventarlos era
perfectamente posible porque la cultura en Buenos Aires era tan frívola que a
cada rato se hacían jornadas de Vaticinadores de La Nada, Saltimbanquis del Tercer Mundo o Frecuentadores del
Paroxismo; de modo que difícilmente alguien se molestaría en averiguar si
determinado congreso existía o no.
Cerdos y Peces iniciaba un viaje sin retorno hacia
la invención de la realidad, superando el avejentado formato del periodismo
objetivo –esa antigualla consagrada- para escribir guiones de ciencia ficción
sobre los acontecimientos de mierda de la vida cotidiana de la ciudad, para
tocar una música en la que lo principal no era la melodía central sino el
sonido de los tan tan de los cuerpos danzando sobre el aburrimiento…"
Ya que hablamos de goles y locos, la imagen de uno de mis Locos con Pelota favorito
(¿no tiene un aire a Symns?)
René Houseman
Y, para ser "enciclopédico" el afiche de película sobre locos que más me gusta
"Atrapado sin salida"
de Milos Forman (1975)
(los aficionados de FilmAffinity le promediaron un mezquino ********** 8,4)
(Sé que Fito Páez y Enrique Symns se conocieron algún tiempito antes de que esta canción saliera al éter, hasta que alguien me demuestre lo contario voy a imaginar que algunas escenas de ese relato tienne que ver con la vida de Symns)
"Un loco en la calesita"
de Fito Páez
Un romance de estación
Le hizo perder la cabeza
Se fue al baño y se fumó
Y empezó a sonar la orquesta
Un, dos tres va y bien
tocaba y se olvidaba de todo
un, dos tres va y bien
La Fender le chorreaba de odio
Él quería conocer
eso de irse a California
trabajaba en un taller
de mecánica en la Boca
Él se apresuró
y se arrancó de a uno los dientes,
y se salvó
por ser de clase cincuenta y siete
Nunca tuvo un buen hogar
no fue padre ni buen hijo
Nunca conoció a Gardel
Solo a Hendrix y a Tanguito
Se empezó a cansar
y así probó algunas pastillas
se volvió a cansar
y no paró hasta ver la heroina
Está un loco en una calesita
casi desnudo y con la vista enferma
Y daba vueltas y se sonreia
Y silbaba bajo por no molestar
Y Dios es una máquina de humo
Cambió la Fender por una Suzuki
se fué a Brasil con plata de su abuela,
y estuvo preso por robar un auto,
y llegó a Gerais,
y se pegó el tren
Y Dios es una maquina de humo
Y Dios es una maquina de humo
Nadie mas lo volvió a ver
Se sospecha que anda suelto
Disfrazado de faisán
O gendarme en algún puerto
Un, dos tres va y bien…
Está un loco en una calesita
…Dicen que un ángel lo atrapó en el baño
lo crusificó y le sacó los ojos
y con su sangre se pinto los labios,
y cortó sus piernas y se las comió,
y Dios es una máquina de humo
(¿Qué me contás de esta versión solo-con.piano-diurna-1984?)
Y, dándome prisa porque ya son las 4 y 10, dejo la imagen que de Mi Loco Preferido de Todos los Tiempos capturó su amigo Paul Gauguin:
"Van Gogh peignant des tournesols"
de Paul Gauguin
(1888, Museo Van Gogh, Amsterdam)
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