miércoles, 19 de diciembre de 2012

Inventario antes de fin de año (7 Libros, 5 Películas, 3 Pinturas)

"El Apocalipsis" de Antonio Berni

No sea cosa que el 21 pase eso del Apocalipsis y estos seis libros de ficción (¿de ficción? ¿hay alguno que no lo sea? ¿Debí haber usado la palabra "novela"?) que son algunos de los que leí en estos últimos meses se queden fuera del inventario que también es este blog. Creo que uno que otro hace más de unos meses que lo leí, pero como seguía amontonado en mi mesita de luz lo metí acá y ya, volverá en unos minutos al estante donde vive hasta que le toque (si tiene suerte) alguna relectura. El orden fue el azar que le dio el "Inserta imagen", y ya saben, solo es ayuda-memoria que no sé porque carajo tengo que divulgar en la World Wide Web; será una pregunta para el analista que no tengo, o será directamente una forma de evitar tener ese analista que no tengo, o será, o que será qué será ...



"La elegancia del erizo"
de Muriel Barbery


¡Puta Madre! No anoté nada en esas hojitas en blanco que quedan al final del libro. Eso puede querer decir dos cosas: 1) Que nada me llamó mucho la atención; 2) Que todo me pareció muy por encima de la media y era difícil resaltar algo. Bué, en realidad ninguna de las dos. Hay muchos buenos detalles para destacar, incluso algunos excelentes; la parte agria del gusto agri-dulce (¿te acordás? como esos caramelos de envoltura colorida según la fruta y tan duros que hacía que uno prefiriera los sugus; porque, es necesario decirlo, para caramelos duros no había como los media-hora) que me dejó este libro (eso sí, un poco por encima de la media), la parte agria, decía, es la que suena pretenciosa y artificiosa (osa osa osa), eso con unos vapores de mirada pequebú de la realidad y derrapando en moralejas posmo-fin-de-siglo. El personaje de Paloma algo fallido y haciendo agua, y una Renée fantástica; Renée salva todas las lagunas y desviaciones aunque uno pueda no coincidir en toda su visión del mundo. La aparición del Japón primero, del Sr. Kaburo luego y finalmente de su mano (de la del Sr. Kaburo) "Las Hermanas Munekata" de Yasujiro Ozu, levantan la historia y hacen olvidar algunos despistes que agrían un poco la lectura.


Les transcribo algunos (bué todos) renglones de las dos primeras páginas
"...
 -Marx cambia por completo mi visión del mundo -me ha declarado esta mañana el hijo de los Pallières, que no suele dirigirme nunca la palabra.
Antoine Pallières, próspero heredero de una antigua dinastía industrial, es el hijo de una de las ocho familias para quienes trabajo. Último bufido de la gran burguesía de negocios -la cual no se reproduce más que a golpe de hipidos limpios y sin vicios-, resplandecía sin embargo de felicidad por su descubrimiento y me lo narraba por puro reflejo, sin pensar siquiera que yo pudiera estar enterándome de algo. ¿Qué pueden comprender las masas trabajadoras de la obra de Marx? Su lectura es ardua; su lenguaje, culto; su prosa, sutil; y su tesis, compleja.
Y entonces por poco me delato como una tonta.
 -Deberías leer La ideología alemana -le digo a ese papanatas con trenca color verde pino.
Para comprender a Marx y comprender por qué está equivocado, hay que leer La ideología alemana. Es la base antropológica a partir de la cual se construirán todas las exhortaciones a un mundo nuevo, y sobre la que reposa una certeza esencial: los hombres, a quienes pierde el deseo, harían bien en limitarse a sus necesidades. En un mundo en el que se amordace la hibris del deseo podrá nacer una organización social nueva, despojada de luchas, opresiones y jerarquías deletéreas.
 -Quien siembra deseo, recoge opresión – a punto estoy de murmurar como si solo me escuchara mi gato.
Pero Antoine Pallières, cuyo repugnante y embrionario bigote nada tiene de felino, me mira desconcertado por mis extrañas palabras. Como siempre, me salva la incapacidad que tienen los seres de dar crédito a todo aquello que hace añicos los marcos que compartimentan sus mezquinos hábitos mentales. Una portera no lee La ideología alemana y, por lo tanto, no podría de ninguna manera citar la undécima tesis sobre Feuerbach. Por añadidura, una portera que lea a Marx, a la fuerza lo que le interesa tiene que ser la subversión, y le vende el alma a un diablo llamado CGT. Que pueda leer a Marx para elevar su espíritu es una incongruencia que ningún burgués llega a concebir siquiera.
 -Saludo a tu madre de mi parte –masculló, cerrándole la puerta en las narices, con la esperanza de que la fuerza de prejuicios milenarios cubra la disfonía de ambas frases..."

Bué, tal vez no coincida con las apreciaciones de Renée, pero ¡qué manera de empezar un libro, che! Me recuerda que hacia desde uno de Murakami que no sabía de personajes que leyeran "La ideología alemana", razón que me hace pensar en lo "japonés" otra vez, y que es la parte de este "La elegancia del erizo" que más me gusta.
Para finalizar este mucho-más-largo-de-lo-que-yo-pensaba comentario les transcribo la sensacional Tesis Nº 11 sobre Feuerbach de Marx:
"Los filósofos no han hecho más que interpretar de diversos modos el mundo, pero de lo que se trata es de transformarlo"




"El oficinista"
de Guillermo Saccomanno


Este sí que lo recuerdo muy bien. Es el primer libro que leo de Saccomanno, a quien vi muchas veces en programas de tele hablando de libros, claro. Lo manoteé al pasar hacia la caja de la librería por la sola atracción que me generaba el título; supuse que la historia hablaría de alguien como yo. El libro habla de alguien como yo; es durísimo reconocerse en cada página, pero no deja de ser un buen ejercicio.
El cuento está situado en una hipotética Buenos Aires (creo que nunca dice en que ciudad, pero uno puede reconocer un lugar que conoce muy bien, y quiere demasiado, por más deformado que pueda aparecer), lluvia ácida, violencia y algo de tecnología que vendrá. Un oficinista como centro de un via crucis que podría pasar pasado mañana, o, helando tu gesto, al saber que está pasando en esta décima de segundo en cualquier parte del mundo, incluso en la parte del pequeño mundo que soles habitar. Es inevitable que tu cabeza transite por películas como "Blade Runner" o "Brazil"; y en algún momento el ambiente parece ir más allá del simple "homenaje" o "guiño de ojo al lector".
Aparte de descubrir "cine" que tengo super-masticado (masticado con muchísimo gusto por otra parte), me gustó por sobre lo que normalmente me gustan las cosas que leo.
Te transcribo unos renglones del Capítulo 31
"...
Las tres de la madrugada en todos los relojes de la ciudad. Las tres de la madrugada en las calles mojadas. Las tres de la madrugada en los pórticos donde yacen los sin techo. Las tres de la madrugada en las estaciones de subte. Las tres de la madrugada en las plazas de cemento. Las tres de la madrugada en las autopistas desiertas. Las tres de la madrugada en los escombros llameantes del último atentado. Las tres de la madrugada en el campamento guerrillero. Las tres de la madrugada en los cuarteles. Las tres de la madrugada en las pistas de aterrizaje. Las tres de la madrugada en los hangares, los helicópteros quietos con sus hélices húmedas de sangre de murciélagos. Las tres de la madrugada en los hospitales silenciosos. Las tres de la madrugada en las celdas de las comisarías y en el hacinamiento de las cárceles. Las tres de la madrugada en el puerto. Las tres de la madrugada en los palacios del gobierno. Las tres de la madrugada en la oficina desierta. Las tres de la madrugada en el departamento donde su mujer y la cría duermen.  Las tres de la madrugada en el departamento de la secretaria. Las tres de la madrugada en el country donde vive el jefe con sus adoptaditos balcánicos..."





"La bailarina de Izu"
de Yasunari Kawabata


Este es un libro que puede reflejar muy bien la mierda que significa el negocio editorial. Un libro innecesario a menos que editar un libro solo signifique escapar con un puñado de dólares y la oportunidad de publicar una mediocre monografía a modo de prólogo.
Dicho eso, creo que muy claramente, digo: Yasunari Kawabata es excelente. Kawabata es tan bueno que aún a casi 100 años de haber escrito lo que se publica en este libro y a 40 de estar muerto puede sacar la cabeza de entre la mierda del negocio editorial y mostrarnos imágenes de pura belleza en unas fragmentadas páginas que él mismo desechó publicar.
¿Para qué puede servir un libro como este? Para ver el proyecto de un artista que todavía no lo es en toda su dimensión; para empezar a conocer que este tipo es mucho más que un atrayente nombre en japonés; para que unos vivos hagan unos mangos; para que una traductora publique un texto casi universitario.
Si por casualidad o accidente leiste estas líneas, me tomo el atrevimiento de aconsejarte que leas a Kawabata, pero no este libro. Kawabata puede acercarte, aparte de belleza y cierta profundidad como al descuido, una manera de entender como se mira el mundo desde aquella esquina del planeta, como las categorías occidentales dialogan, se besan, se destruyen delante de tus ojos, y luego construyen imágenes nuevas con elementos que creíamos conocer muy bien.



"In the Country of Last Things"
de Paul Auster


Fue increíble. Me llegó en una época del año en que me obligo a leer "escolarmente". Había apenas acabado el de Saccomanno y quise escuchar una voz que me sonara bien diferente para sacudirme el clima apocalíptico y opresivo de "El oficinista". Y agarré este de Auster. Vaya-vaya-vaya, what a surprise! Salía de una Buenos Aires invadida por helicópteros, explosiones y perros clonados y me sumergí en una New York post-tecnológica, amurallada, horrorosamente desvastada, extrañamente corporativa y con algunos resplandores bradburianos (si me permiten decirlo así salvajemente, bué, ya lo dije y no creo que me explaye).
(Repito lo de más arriba: "creo que nunca dice en que ciudad, pero uno puede reconocer un lugar que conoce muy bien" -esta vez por las películas y algún paso fugaz- "y quiere demasiado" -¿por qué no?- "por más deformado que pueda aparecer")
Paul Auster siempre me gusta, a veces mucho, alguna un poco, y otras me parece genial (como en la "Música del azar" por ejemplo).
Pero como dicen las tías solteronas, o que merecieron serlo, primero lo primero. Y para mí lo primero en "El país de las últimas cosas" es decir que el relato tiene ritmo, la historia está contada con swing, desparrama smowing como si estuviera sumergida en Ginebra Bols y la hubiese escrito el Loco Gatti.
Es una historia inquietante. A primera vista inquietante, porque aunque esté presentada en un mundo que nos resulta evidente que todavía no es, nos podemos representar su posibilidad cierta según el rumbo que parece podríamos tomar los humanos como sociedad. Y doblegando la apuesta, reflexivamente inquietante, porque cualquiera que pueda realizar un mínimo movimiento más de la inteligencia mientras lee, sabrá que las situaciones que van sucediendo en la historia no solo pueden ser una metáfora del mundo actual, sino también imágenes crudas (y crueles) del "aquí-y-ahora".
En fin, gente que busca gente desaparecida que busca gente desaparecida en una ciudad-sociedad degradada en casi todos los sentidos y por casi todas las personas. Esos "casis" son los que nos salvan.
Bué, una tarea "escolar" que resultó muy agradable en el ritmo que le imprimió el artista, aun en la angustia de haber vivido dentro de ese relato; y ya sabés, con solo cerrar el libro te despertarás nuevamente en este mundo maravilloso que habitamos (?)



"Una historia del mundo en diez capítulos y medio"
de Julian Barnes


No sé porque seguía este libro en mi mesita de luz. Lo leí en Julio del año pasado, luego de un viaje de un mes y medio, después de 8 años sin vacaciones y de una relectura del "Ulises" de Joyce; supuse que una historia del mundo en tan solo 350 páginas sería una actividad ligera que me restablecería a mi realidad de oficinista, dejando atrás ese sueño national-geographic que había logrado cumplir. Bué, me restablecí a mi vida de oficinista sin ningún trauma (mmmmmmm) decorando mis horas libres con esta historia de la carcoma a través del tiempo del planeta.
La carcoma siempre menguando alguna nave, incluso algún sillón, según recuerdo; desde el Arca de Noé hasta una nave espacial, con un final Monty Python y con ¡fútbol!.
Acabo de releer algunos pasajes para acordarme de lo que no me acordaba y veo que está mucho mejor de lo que me acordaba (no hay ninguna anotación en las últimas páginas en blanco de mi libro, excepto las palabras mariposas y Kurosawa). Pero de lo que si me acordaba muy bien es del capítulo que más me había gustado, y veo releyéndolo que realmente es muy bueno.
Mi preferido, según mi memoria, es el Capítulo 5: "Naufragio". Veintiocho páginas excelentes que cuentan una historia del naufragio de la fragata Medusa; sí, esa con cuyas maderas construyeron la balsa inmortalizada en un magnífico cuadro que imaginó y pintó Géricault (cuadro que está en alguna entrada vieja de este blog). Unas páginas que si tenés algo entre oreja y oreja estimularán tu curiosidad.
Les transcribo aquí y ahora una pregunta que aparece allí (y de la que se intenta una respuesta exhaustiva, creo):
"¿Cómo se puede transformar la catástrofe en arte?"



"City"
de Alessandro Baricco


¡Wwwooooooooo! De este libro sí que no sé que decir. Dice Alessandro Baricco: "Hay un chico que se llama Gould y una chica que se llama Shatzy Shell (ninguna relación con el de la gasolina)". Pero la verdad es que hay mucho más, de una manera que es imposible resumirlo; tal vez el título sea un intento de decirlo; leer "City" es como caminar por una ciudad, por una ciudad interesante. Los personajes irrumpen delante de tus ojos, y ya no es fácil dejarlos ir (¡Hey! ¡Perseguidor! Un joven genio -Gould- y una chica como alguien cualquiera -Shatzy¿capaces de ver la elegancia que lleva el erizo?).
(Antes de seguir me voy a tomar unos minutos, comer pizza y tomar un fernet, luego vuelvo)


(Volví)
Y están Diesel y Poomerang, y los profesores Taltomar y Kilroy cada cual en lo suyo, ¡y Larry!, y ese Western maravilloso. Y esa escena en el MacFastFood digna de Beckett. ¡¡¡Hay fútbol!!! ¿Y las "Nymphéas" de Monet?.
No sé que dice la crítica especializada, ni me importa, incluso me importa menos de lo que le pueda importar a nadie esto que estoy escribiendo acá y vos estás leyendo. No sé si es una gran novela o una más-o-menos, lo que sí sé: es que es como un gran boulevard parisino que lleva una anécdota fantástica en cada cuadra y si  no te la cuentan o no la descubrís ¿qué mierda importa?, total después de cruzar la calle seguro encontrás alguna que esté a la altura de tus expectativas.

Algunos renglones, elegidos (casi) al azar (a los que me gusta llamar como puaj):
"...
Fotografían las Nymphéas.
Conmovedor. La muleta arrojada contra los cañones del enemigo. Objetivos de 50 mm lanzados en picado como retínicos kamikazes contra las flotas de ninfeas huidizas. Ni siquiera el flash está permitido por los despiadados preceptos del reglamento: impresionan películas buscando encuadres humanos —imposibles— corregidos por mortificantes flexiones de rodillas, torsiones del tronco, oscilaciones sobre el centro de gravedad. Mendigando una mirada cualquiera, confiando quizás en el milagroso y químico socorro del cuarto oscuro. Los más conmovedores —entre todos, los más conmovedores— proclaman a gritos su derrota al interponer entre objetivo y ninfeas la mortificante presencia corporal de un pariente, generalmente colocado, como un gesto simbólico de rendición, de espaldas a las ninfeas. Durante años, más tarde, saludará a invitados y amigos, desde encima de una cómoda, con una apagada sonrisa, como un primo que naufragara, años atrás, en un estanque de nymphéas, hélas, hélas. El viejo pintor desvergonzado se los lleva consigo, así, perdidos en una tarea imposible, mirar una mirada inexistente, conquistados y vencidos, saqueados por su astucia, los hombres simplemente, por él, de sus ninfeas, colores, pinceles malditos, la mirada que él vio, nunca más vista, agua, ninfeeeeeeeeeas y. Todavía hoy lo odiaría por esto. No se perdona a los profetas de profecías ilegibles, y durante mucho tiempo pensé que él pertenecía a esa ralea, la peor de todas, los malos maestros, estaba convencido de  que, en definitiva, la mirada que él había imaginado era una mirada inútil porque era inaccesible a los demás y estaba reservada para él, que no había sabido hacerla mirable. Era despreciable por ello, ya que eliminada aquella acrobacia perceptiva —esa enloquecida excursión más allá de todo punto de vista, a la búsqueda de cierto infinito—, eliminada esa aventura pionera de la sensibilidad, quedaba sólo un mar de ninfeas desenfocadas, un ensayo hipertrófico de impresionismo, esa deletérea y tramposa técnica en la que la mediana inteligencia burguesa adoooooora reconocer la irrupción de lo moderno, electrizada por la idea de que eso haya sido una revolución, y casi emocionada por la idea de que haya podido estimarla, a pesar de ser una revolución, constatando que en el fondo no ha hecho daño a nadie —new for you, finalmente una revolución pensada expresamente para las señoritas de buena familia, de regalo en todas las cajitas la emoción de la modernidad — puaj. No podía hacerse otra cosa más que odiarlo por lo que había hecho, y lo odié todas y cada una de las veces en que entré en las dos salas de la Orangerie, en París, saliendo siempre de allí derrotado, todas y cada una de las veces, durante veinte años. Y todavía lo odiaría hoy —inútil profanador de las superficies curvas— si no me hubiera sido dado, en la tarde del 14 de junio de 1983, ver a alguien —una mujer— entrar en la sala 2, la más grande, y, delante de mis ojos, ver las Nymphéas —ver las Nymphéas revelándome de ese modo que eso era posible, no para mí, posiblemente, pero, de forma absoluta, para alguien en este mundo: aquella mirada existía, allí dentro, y había un dónde que era el principio de la misma, la parábola y el final..."



Tenía pensado dejar aquí la canción "O quê será" de Chico Buarque, pero será (o, si qué será) una tarea de deberán llevar a cabo Ustedes; en cambio, dándome prisa que ya son las cuatro y diez, los invito a escuchar la música de Wagner que si no me equivoco acompaña las imágenes del Apocalipsis (Ahora) que vemos ahí abajo; ¿se escucha? (mientras Robet Duvall piensa en ese olor que le gusta sentir por las mañanas, y nos hace pensar, muchachos, que el apocalipsis pasa a cada rato y muchas veces miramos para otro lado)
¡Ciao, que la pasen salvaje! 
(10 - 9 - 8 - 7 - 6 - 5 -4 3 -2 -1 - ¡Cero! ¿Apocalipsis Now?)


miércoles, 12 de diciembre de 2012

12-12-12 La Revolución y Las Estrellas


¿Será ponerse en maestro Siruela y explicar lo del calendario Maya? Naaaa, el que necesite ser apocalíptico que lo sea y que se haga el astuto; cualquiera sabe que el mundo se va a acabar algún día y seremos estrella otra vez (luego de ser polvo, mas -mucho de nosotros- polvo enamorado).
Por lo pronto, no quería dejar pasar esta fecha tan señalada por un triple "12" (número interesantísimo, si los hay, y claro que los hay) sin agregar una entrada a esta enciclopedia de sucesos insignificantes, e invitarlos a que compartamos esta canción, que no sé por qué mierda me la hicieron recordar los comentarios del cercano Apocalipsis (que hay que decir, claro, que fue trasladado al 21/12/12 y que seguramente tendrá un aplazamiento para mitad del año que viene que es en realidad cuando acaba la cuenta del tiempo maya).
Un discurso que es canción y algunos cuadros del pintor surrealista Roberto Matta.


La obra de Roberto Matta es alucinante en todos las acepciones de la palabra que conozco, espero que si todavía no anduvieron por ahí se animen; no es inalcanzable verla, ya entenderla va en cada uno, y disfrutarla no es nada difícil: es una insinuación irresistible a tus sentidos.

Las canciones de Quilapayún son de una belleza extraña, pueden llamar a la pasión o la contemplación, y siempre a la acción de un humano que sea capaz de ser constructor de su presente y de su futuro respetando la voz de la historia y de la madre tierra.




"Discurso sobre los derechos humanos del pintor surrealista chileno Roberto Matta, pronunciado en el foro sobre la cultura chilena que tuvo lugar en Thorum,Polonia, en Mayo de 1979 y en el que participaron connotados intelectuales"
(de Roberto Matta obvio - Eduardo Carrasco)

Esta historia es tan redonda

como es redonda la tierra

y por eso para verla
redondo ha de ser el ojo.

Ahoranza es ver el centro
desde el centro de la esfera
un ver que es ver de una vez
un alboroto en la vista.


Ver a los destacagados
que quieren arauco muerto
para sembrar sacristanes
descargando avemarías.

Que Alonso ensille su Zúñiga
y alborote el verbo ser
para que redondamente
se sepa lo que hoy ocurre:
se proponen liquidar
lo que arranque en nuestra América
con pinocharcos de sangre
servidores del Imperio.


Estos los destacagados
programados, programadores de agravios
que con balidos de pólvora
tumban y tumban sin tumba.
Para salir del agravio
de que no seamos hoy día
se requiere agricultura
de una real Demogracia.

El estado del humano
en el sepultado estado
en que está cualquier estado
está en deplorable estado.


Reorganizar la amistad
es la cuestión más urgente
y una sola religión
no sirve para este asunto.
Sacar la luz de la tierra
y de toda conflicción
de raspares y rascares
bajo la lucha de clases.

Que salga el sol en el ser
que nos dejen ser humanos
que el sujeto humano está
muy sujeto a ser humano.
Hay que sacarse la mierda
volver a la inteligencia
iluminar nuestro verbo
reoxigenar la vida.
Mañana es hoy día mismo
y estamos muy atrasados.


Hay que alegrar esta tierra
construir nuevas justicias.
El cuezco de este problema
es que estamos todos solos.
Abrir el verbo sin miedo,
atención al infrarrojo.
Y esto es todo lo que digo
que les digo que se diga.
Señoritas, señoronas y señores:

Muchas gracias.



(a veces entiendo otras palabras pero esta es la versión súper confiable de "Cancioneros")


Y, dándome prisa que ya son las 4 y 10, les cuento que cuentan que algún cuadro de Roberto Matta estuvo colgado al revés en un renombrado museo durante un tiempo hasta que tuvo que advertirlo el propio artista; bué, pero ya sabrán, se escuchan este tipo de leyendas sobre la obra de la mayoría de los pintores abstractos y surrealistas.
Ciao, ¡Que la pasen salvaje!

(¡y a garchar que se acaba el mundo!)



sábado, 1 de diciembre de 2012

Brigada "30 de Noviembre". Hoy se cumplen 20 años de su creación. Don Hamlet estuvo ahí



Hoy hace exactamente 20 años se creaba en el Hotel Kohly de
la maravillosa ciudad de La Habana la Brigada 30 de Noviembre.
Lo primero que se preguntará Usted (imagino que leerá esto y se preguntará algo, sino como diría Charly ¿para quién canto yo entonces?), decía que Usted se preguntará: ¿Por qué si se creó un 1º de Diciembre la brigada se llama 30 de Noviembre? Y yo le responderé (y no puede decir ahora que a nadie le interesa porque fue Usted el que preguntó) sucede que en el ambiente encantador de las noches de La Habana hubiera sido una impertinencia andar fijándose en burocráticos detalles como eso de los husos horarios, los “a.m.” y “p.m.” (Interrupción: recuerdo que una vez en las calles de La Habana una señora me preguntó la hora y le respondí mi lectura directa, algo así como: “Las 16 y 37” y la señora me dijo “Oye chico, ¿y pol qué tu me das la hora milital?” Fin de la interrupción) y entre los sonidos del trés y del bongó y, fundamentalmente los vapores del alcohol, en nuestro biorritmo y cuenta ancestral del tiempo estábamos aun en el día 30 de Noviembre (¡Ojo! Hay que decirlo, se manejó la propuesta de nombrar a la brigada con el surrealista “31 de Noviembre”, moción que fuera rechazada no por artística sino por evitar ser atrapados en las redes dialécticas del enemigo que nos trataría seguramente como ignorantes); pero Ustedes sabrán, hoy no es aquella encantadora noche habanera, o sea: la responsabilidad del historiador debe dar alguna certeza, y la verdad es que esta hermosa roca azul que nos lleva en viaje por el universo estaba surcando el espacio en el momento angular que en occidente identificamos como 1º de Diciembre de 1992.


Bué, zanjado ese primer y muy pertinente interrogante, les contaré (“para quien le interese”, como dijo Baglietto muy dignamente en medio de los chiflidos de muchos concurrentes a la boite Menphis en Junio de 1982 cuando estaba con su excelente banda pretendiendo tocar “Historia de Mate Cosido”) que un grupo de “turistas” solidarios con la Revolución Cubana estábamos altamente indignados con la suba del precio del mojito casi minuto a minuto; hecho que atribuíamos a una clara desviación capitalista de las autoridades del Hotel Kohly (recientemente reinaugurado para hospedar al boom turístico de esos tiempos de período especial, dejando ya de lado el albergue de observadores y agregados soviéticos que se habían quedado sin país hacía poco, y sin revolución hacía mucho); esa inflación inaudita en el precio del preciado elixir (¡ja! “precio del preciado” muy bueno che) fue el detonante para la conformación de la Brigada 30 de Noviembre, cuya primera acción sería pintar en el paredón medianero detrás de la piscina la exigencia: “¡BAJEN EL MOJITO, CARAJO! Fdo. Brigada 30 de Noviembre”. La acción revolucionaria jamás pudo llevarse a cabo, primero porque no nos poníamos de acuerdo con la letra adecuada y los colores de la pintada, luego porque la noche estaba tan linda y la música del trés y del bongó era tan embriagadora que nos distraía hábilmente de nuestros reclamos, y finalmente porque los mojitos, aunque pagados cada vez más caros a medida que avanzaba la madrugada, eran más embriagadores que la música, y ya no hubo forma de indignarse porque resultó desembocar en un “pedo alegre” muy lejos del “pedo pendenciero” que requiere la lucha contra las desviaciones capitalistas de la revolución.

(la brigada en pleno camuflada en frente de La Bodeguita del Medio, para no develar sus rostros disfrazado de Milo Sotomayor el Barba, de espaldas caqui Tati, de espaldas rosa el Colo, Don Hamlet y yo de vendedoras)
Los integrantes fundadores de la brigada éramos: como subcomandante, líder e ideólogo el Barba (bahiano, de Bahía Blanca, reconocido integrante de la barra seguidora del Tricolor), los canallas rosarinos Tati y el Colo, y finalmente yo. A eso de las 3 de la joven madruga se incorporó el último militante, recienvenido de una travesía nocturna nunca descifrada, ajado y amarillento llegó Don Hamlet, que adhirió casi automáticamente a todos los principios y consignas y, claro, al cada vez más caro mojito.


Las tertulias de la Brigada 30 de Noviembre que se desarrollaron a fines del año 1992 en el quincho del Hotel Kohly, siempre noctámbulas y madrugadoras, fueron maravillosas (como La Habana) e indescriptibles (y también hay que decir que muchos “turistas” célebres y solidarios repudiaron esas reuniones enfundados en sus joggins de ciré con algo de “fiaca” o en voces graves enviando agudas críticas “sin anestesia” a la revolución real), por eso quería celebrar ese recuerdo, y especialmente con orgullo decir que nuestro amigo Don Hamlet Lima Quintana entre muchas obras bellas escribió los versos de estas dos zambas que invito a que se regalen la emoción de escucharlas.

"Zamba para no morir"
por Luis Salinas
(esta es una de las versiones que más me gusta, cada cual tendrá la suya)



"Zamba del duraznillo"
por Mercedes Sosa
(esta es mi zamba favorita)



(las fotos de La Habana fueron tomadas en Diciembre del 92)
Ya sé que esta les parecerá una historia insignificante, pero bué, para mí es un gran recuerdo, después de todo no soy ni fotógrafo del National Geographic ni astronauta, y de historias insignificantes de un oficinista se trata este blog.
Y, dándome prisa que ya son las las 4 y 10, les cuento que volví a ver a Don Hamlet en medio del caos fin del 2001 y principios del 2002, pudimos intercambiar 6,7,8 palabras apretados en una multitud, y experimenté la gran satisfacción de saber que él también recordaba aquellas noches como maravillosas e indescriptibles.
¡Ciao, y que la pasen salvaje!