lunes, 21 de noviembre de 2011

Rincón "Columna Juan Román Riquelme" x 2

"Team de fútbol", (1954) de Antonio Berni

Si Usted (sí, Usted que está leyendo esto en este momento y tal vez sea lo bastante listo como para dejarlo ya e irse a ver el bikini open y no saber como sigue este blablablerío), decía, si Usted pasa a menudo o por azar o por accidente o por mala suerte en esta baldosa del cyberespacio, podría pensar erróneamente que el Everest de mis inquietudes es la música o el cine o la literatura o la pintura o sencillamente la cursilería; pero bué, resulta ser que mi pasión es el Fútbol. Lamento decepcionarlo, pero digo, ¿lo puedo tutear?, ok, lamento decepcionarte, pero para este oficinista la mejor representación cuántica (?) del mundo es ofrecida por 22 muchachos que apenas parecen correr detrás de una pelota dentro de una cancha de fútbol.
Tratar de demostrar en que consiste esa representación del mundo a través del fútbol (y especialmente, derrumbar esa tonta idea de que el fútbol no es más que 22 tipos corriendo atrás de una pelota) fue la tarea que me propuse al contar unas historias de la boca de un tal Kaya Rastaman.


¿A qué viene esta entrada en este blog en el casi día de la música? (Bué, hoy es 22 de Noviembre, pero eso solo lo sé yo, en Japón ya es 23). Viene a qué me encuentro un mensaje en esa "red social" en la que todos son muy amables (no se puede decir "NO me gusta" o "este comentario es una cagada" o comentar la foto de una persona que hace 30 años que no ves con un "estás hecho mierda, ¿nadie te dijo que la carmela arratonada te queda horrible?" o a una divorciada que hizo la primaria con vos comentarle "con esas calzas color sandía pareces un gato gratis" o a una opinión sobre el estado de las cosas "sabía que te convertirías en un idiota, pero jamás imaginé que llegarías a ese grado de fachismo")
(Bué, para no violentarme, me voy a ver el "Circo Marien", después sigo)
Volví, y decía que me encontré con un mensaje que decía "Me contaron que trabajás en una radio"


No respondí allá, en aquella "red social": "No, te contaron mal", hice un silencio piadoso en la convicción de que ser un comunicador social es mucho mejor que ser un oficinista, y de esta manera fomentaría el interés de mis 70 amigos (y disminuyendo, ya que si hago comentarios incorrectos como "el botox te hace parecer a Chirolita"). No respondí allá, o mejor, mentí por omisión; y es hoy que respondo aquí, ya que le dije a uno de mis amigos de la "red social" que entraría mi conclusión "Mundial 2010" en este espacio.
Esa respuesta es: "No, te contaron mal". Pasó que una vez, y a raíz de mis opiniones sobre el fútbol que eran publicadas en un blog, me invitaron a participar una mañana de un programa de radio, y luego sucedió que esa mañana se estiró por dos años. Asistí todos los sábados de 10 a 12 durante dos años a la radio con la función "oficial" de hablar de fútbol. Como soy una persona que piensa que la vida es sencilla y el funcionamiento del mundo no es inexplicable ni ilimitado, mis opiniones sobre la representación del mundo se terminaron antes de que acabe el tercer mes; por esa razón empecé a ejercer mi función personal, que no es otra que molestar, incomodar, y hacer como que hablaba de fútbol cuando en realidad hablaba de películas, canciones, libros, política, de mi vieja y de mi niñez; dándome el gusto, por ejemplo, de recitar a las 11 de la mañana un poema de Bukowski y acto seguido programar una canción de Frank Zappa de 12 minutos. Una de mis "intervenciones" consistía en programar algunos temas musicales, que son los que figuran en a lista ahí al costadito como "Canciones pasados en La Liga" ("La Liga" se llama el programa de radio, a cuyo staff ya no pertenezco, por una doble razón: 1) que decidí dejarlo este año; y 2) que ya no me llamaron, ni me invitaron (bué, ya ni me nombran) aunque nunca llegué a informarle a mis compañeros que yo no iría más). Claro, de más está decir, que nunca fue un trabajo, ya que nunca cobré nada por asistir todos los sábados, ni nunca realicé ninguna tarea de "producción", solo pensaba en dos o tres temas, llevaba mis discos, y luego dejaba que "fluyera" la conversación; incluso el último semestre ante la huida de los auspiciantes pagamos de nuestro bolsillo el espacio, lo que hacía que me vengara pasando canciones como "Que la tortilla se vuelva" o "Existen", u opinara fuertemente convencido, como estoy, a favor de la unión civil, la ley de medios, o del modo de hablar de cada quien según lugar y su educación, en plena mañana aldeana.

"Columna Juan Román Riquelme"
Si le ponen un poco de atención a la lista de canciones de ahí al lado, se darán cuenta (si son tan smarts como yo y las conocen, ja) que en general no es el tono festivo o una temática playera lo que las caracteriza. Esa elección me hacía blanco de muchísimas cargadas, insultos, incluso burlas directas, donde los calificativos de "lentas" y "aburridas" no faltaban nunca en los comentarios. Mi respuesta era que intentaba introducir un momento de reflexión en el clima distendido de la mañana del sábado en general y del delirante programa en particular (el móvil principal del programa era hablar sobre un campeonato amateur de fútbol); ese intento de reflexión en el idioma futbolístico se expresa como "poner la pelota debajo de la suela del botín", por eso empecé a organizar el discurso de mi "tema del día" en unos 10 minutos que me gustaba denominar "Columna Juan Román Riquelme".


"No ha sido fácil, pero sufro contigo el error"
Hace unos días le hice un cometario a mi sobrina Cecilia, sobre lo que podría llamar pretenciosamente "Las canciones de Pablo Milanés y yo". En la enumeración incluía "No ha sido fácil", que fue protagonista de la "Columna Juan Román Riquelme" que dediqué a la eliminación de Argentina de la Copa del Mundo de Sudáfrica 2010. El juego que intenté proponer fue el de imaginar que los versos de la canción del Querido Pablo era lo que Dieguito nos quería decir, por lo menos, a todos los que sabemos comprenderlo. Traté de dar una mirada sobre el hecho futbolístico salpicado con opiniones delirantes extrafutbolísticas, recité la canción como si fuese un poema (ja, mucha gente se divirtió "conmigo"), y luego empezó a sonar la incomparable voz de Pablito. Claro Dieguito, claro que sufrí contigo el error, de la misma forma que gocé con vos lo que diste bien ...


"No ha sido fácil"
de Pablo Milanés

Yo, vine creciendo y me forjé
cual mi generación distinta
a la de ayer.
Soy, continuidad de mi niñez,
que es hija del sudor
de los brazos que ame.
Soy como quisieron ser
pero tratando de ser yo,
ni menos mal
pero en verdad
ni menos bien
No ha sido fácil tener
una opinión que haga
valer mi vocación
mi libertad para escoger
Amo sin ver lo que en el futuro
tenga que acontecer
dejo al sentir mas puro,
florecer
Amame sin temor alguno
que yo he de prometer
fidelidad a mi modo de ser
Yo, yo sólo tengo la razón
de quien quisiera ser
mejor de lo que ayer
yo, pongo en tu mano el corazón
con toda mi virtud,
mi egoísmo también
Sufre conmigo el error que cometeré
goza también lo que de bien
se ha de lograr sin pretender
sube conmigo a encontrar el escalón
que evocaré para llegar
a ese lugar que un día soñé.
Amo sin ver lo que en futuro...


(x 2)
"Columna Juan Román Riquelme"
(x 2)

"Al goleador del campeonato"
Esa fue la primera vez que denominé a mi intervención especial como "Columna Juan Román Riquelme", estaba dedicada al goleador del campeonato amateur del que trataba el programa, un goleador que compartía su vida con una mujer cuya profesión era ser peluquera. Me atreví ya que el goleador es amigo y su familia era oyente cautiva (un día, otro, dediqué a las madres de los goleadores  "Recuerdos de Ypacaraí" interpretada por Jorge Cafrune y tuvo un recibimiento inesperado, por lo bueno, claro).
Por supuesto aproveché para exponer una de mis manías, que tiene que ver con el capítulo personalísimo e insignificante "Las Canciones, las Películas y yo".

"El marido de la peluquera"
de Patrice Leconte 


Me macheteo y veo que es del año 1990, pero no creo haberla visto antes de 1996 (aunque espiando un poco más dice que en Argentina se estrenó en Septiembre de 1993, por lo que supongo que la vi en algún ciclo de Cine Francés). La volví a ver hace menos de una semana en mi cine personal, y la había visto en aquellos días del 2009 en que se me ocurrió citarla en medio de una charla de fútbol.
¡Qué película increíble! 82 minutos, hecha con 2 con 50, y seis, siete, ocho frases que merecen estar en cualquier antología. Los avaros y, evidentemente, pochocleros críticos aficionados de FilmAffinity solo llegaron a promediarle ********** un 7.
Si no la viste, no escuches la canción porque cuenta la peli; o mejor, si no la viste, animate a escuchar la canción y contame si no te dieron ganas de ver esta pequeña historia de amor en pantalla de cine; y después contame que no te gustó y te devuelvo lo que pagaste por verla y un dvd de una de Chuazeneguer.



Ese que está lavándose el coco antes de ser peluqueado es el Pequeño Antoine (Antuán), quien en la mesa del almuerzo y luego de que su hermano mayor contestase "Ingeniero Civil" a la pregunta de su padre: "¿Qué querés ser cuando seas grande?", casi sin dudarlo dijo, el Pequeño Antoine (le petitantuán), "Yo quiero ser el marido de la peluquera", ¡JA! y ¡Recontra JA!


Esa belleza de ahí arribita es Mathilde, la peluquera; ella le pidió a Antoine, su marido, que le prometa que el día que deje de quererla no fingiría (me pregunto cuántos seríamos capaces de pedir algo semejante, una frase como esa puede hacer clasificarla como de ciencia ficción, pienso en "Blade Runner", el monólogo final de Roy, o el futuro del amor de Deckard y Rachael, o en los sueños, el origami y los unicornios)


Ese es Antoine (el marido de la peluquera), un bailarín exótico, alguien que recuerda una sunga de lana con cerezas que parecen borlas, alguien que hace crucigramas y acepta el paralelismo con las mujeres que le enseña el padre, y alguien que finalmente a la pregunta del cliente filósofo que envejece sobre cómo es la muerte, contesta implacable que "es amarilla como un limón, con olor a vainillas".


"El Marido de la Peluquera"
de y por Pedro Guerra



Aquí termina esta entrada muy pero que muy personal, es más algo que me cuento a mi mismo, y me quedo jugando al fútbol con el Rey del Caribe, y dándome prisa que ya son las 4 y 10, cumplo un sueño; aunque el tiempo y el espacio lo hubieran permitido, muy improbablemente hubiese podido festejar el día de la música compartiendo una sesión de reggae en el escenario junto Bob Marley, pero me gusta pensar que si el azar nos hubiese juntado, podríamos haber compartido un partidito de fútbol. Y podrás decir lo que quieras de mí, incluso podrás decir que soy un soñador ...



... pero no soy el único.

¡Qué la pasen salvaje!

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