miércoles, 9 de noviembre de 2011

Amélie: La Vie mode d'emploi. Viaje caprichoso de los Canotiers a un Autorretrato


¡Qué extraño fue ver "Amélie" en los primeros meses del año 2002! El sencillo y suave método de Amélie para cambiar su pequeño mundo (un fabuloso destino entre las causas y azares, diría Silvio Rodríguez, de la mano de una jovencita que trabaja de camarera en Montmartre), se enfrentaba al complejo y áspero método con que intentábamos reparar y mejorar nuestro pequeño mundo real todos los días y las noches de ese verano del 2002 en el que los verdaderos Fénix fuimos nosotros (si, nosotros, mis amigos y yo, y supongo que vos que estás leyendo esto y tus amigos, y todos los demás que estábamos en las calles). El ambiente en aquellos díías era tan espeso que me daba un poco de calor comentar como había disfrutado de esta película; pero para mi ánimo fue uno de los pequeños salvavidas que logró ayudarme en aquel naufragio. Supongo que para eso sirve el arte, para remendar los agujeros que nos va haciendo el "gran" mundo, ese mundo que parece inmanejable (y que evidentemente no lo es, según por ejemplo el modo de uso de Amélie), ese "gran" mundo que apareciendo como inevitable nos va atrapando en las oficinas, en los edificios y nos sumerge en los falsos medios de comunicación. 
(Hora de cenar)
(Ya es el día siguiente)
En la peli, el pequeño muestrario inicial de sucesos simultáneos en la vida cotidiana de diferentes personas me hizo pensar instantáneamente en el libro "La Vie mode d'emploi" de Georges Perec. 


"Le Fabuleux Destin d'Amélie Poulain"
de Jean-Pierre Jeunet
Debo haber leído un millón de reseñas sobre "Amélie" pero en ninguna ví que dijeran que la película trata de un paso anterior al de querer ayudar o arreglar la vida de los demás. Claro, seguramente solo un oficinista como yo puede pensar que lo que realmente está haciendo Amélie está un estadio antes de ser hada madrina. Ese quehacer sería, según mis ojos, el de cambiar el mundo, el de intervenir conscientemente en el curso en que se entretejen causas y azares. Amélie es alguien que trabaja para empujar los hechos hacia una confusión  entre el destino rígido como causalidad y el accidente. Amélie conoce muy bien la relación entre el aleteo de una mariposa y un tsumami. Amélie no "ayuda a las personas", Amélie ayuda al tiempo y al espacio.
(Mierda, otra vez la hora de cenar)

¿Que le promedian los aficionados de FilmAffinity? Respuesta ********** 7,9. A mi lo que me seduce es poder ver a Amélie desde el mismo lugar en que ella está parada; quiero decir, Amélie es una chica cualquiera que hace cosas que podríamos hacer cualquiera de nosotros (excepto escribir un menú del día al revés en esa pizarra transparente); Amélie no hace magia; cuida un gato, reprograma un teléfono, escribe graffitis, deja mensajes enigmáticos, tiene una amiga azafata, una videograbadora, cambia unos focos y una pastas de lugar, hace de Celestina, ayuda a un ciego a cruzar una calle, se disfraza del Zorro. ¿Me entendés? No anda con una varita, ni habla con fantasmas, no ve el futuro, no le paga a mercenarios o especialistas. Sos vos o soy yo manejando los hilos de la realidad que está a nuestro alcance.
Creo que me gustan el todo, y todas sus partes; todas las escenas en que aparecen Lucien o el gnomo de jardín me divierten. Amélie ha conseguido entrar en el folclore de mi pequeña vida de trabajador de 10 a 17; cada vez que miro un partido de fútbol por tele y se corta la transmisión o alguien (casi siempre mujer) se cruza en frente de la pantalla en alguna jugada crucial pienso o digo en voz alta "la pequeña Amélie está en el techo de casa".
Un detalle, o algo más que un detalle, es como circulan en binomio Lady Di/Madre Teresa de Calcuta, y como un comentario muy al pasar nos enrostra el duelo que el mundo ha elegido tener en aquellos tiempos de 1997, bué, no todo el mundo, algunos elegimos diferente.
Y párrafo aparte, y este es un párrafo aparte: está Montmartre, y se lo ve tan real, es estirar el brazo y alcanzarlo.
Pero sabrán (o no, ¿qué más da?) que llegamos a esta entrada de la mano de "Rayuela", es que Amélie tiene algún punto en común con la Maga que me gusta imaginarme, y tiene al señor Raymond Dufayel que es un personaje 100% Perec, y que está empeñado en una tarea muy "perequiana"; pero fue Monsieur Dufayel quien empujó un resplandor en mi psiquis al escribir la entrada anterior. "El hombre de cristal" pinta una y otra vez "Le déjeuner des canotiers", conoce la vida de todos los personajes que aparecen en el cuadro, lo que comen, de lo que conversan, lo que hicieron y lo que harán; la intriga mayor es la "chica que bebe de la copa" en quien Raymond le gusta ver a Amélie; en la fotograma de acá abajo los vemos concentrados en esa figura atrayente que, aunque difusamente, ocupa el centro de la escena de ese cuadro maravilloso de Renoir.
(la versión que pinta Lucien está muy buena, trataré de pegarla en una próxima entrada, no es "promesa electoral")

Si ya sé que la historia de Amélie es una historia de amor; pero al fin al cabo ¿no lo son todas? Esa parte se las dejo a los "comentarios" de aquí abajo. "Amélie" es de una manera muy especial un manual de instrucciones de la vida.
(La tarea de Raymond es muy similar a la que emprende uno de los personajes principales del libro de Perec)
"Le déjeuner des canotiers"
(1881, Colección privada en Washintong, USA)
de Pierre-Auguste Renoir

"La vida instrucciones de uso"
de Georges Perec

Puesto 43 en la encuesta del mejor libro del siglo XX según los franceses. ¿Puesto 43¿ ¿Qué me están cargando? (y eso que lo escribió un francés, bué, un francés muy particular) ¿Este 43 y "El nombre de la rosa" 14? 14 del borracho, será. Bué, ¿qué dice Beigbeder en su "Último inventario antes de liquidación"? Dice por ejemplo que cada edificio de cada calle de cada ciudad contiene un universo rebosante de miles de aventuras únicasy pintorescas que nadie contará nunca, claro, excepto Georges Perec.
Unos meses atrás leía el "Borges" de Bioy Casares dedicado a sus encuentros casi diarios con Borges (contados en el diario de Bioy); allí decía como opinaba Borges que el título era un golpe fulminante (importantísimo) para la obra que presentaba. No puedo imaginarme un mejor título para un libro que "La vida instrucciones de uso". Uno puede imaginarse desde un contenido sobre las claves de la vida infalible hasta un chiste de Les Luthiers. Me acuerdo (Georges Perec, ja) cuando en algunas mesas de bar de la esquina me preguntaban "¿qué estás leyendo?" y la respuesta era recibida siempre en tono de broma, "no, dale, en serio Nejimaki ¿qué estás leyendo?" (me acuerdo, pero ya casi no puedo, hace como mil años que nadie me pregunta "¿qué estás leyendo?", creo que al final estoy consiguiendo una mala junta). Dice Beigbeder que dice un editor francés muy importante "la literatura no tiene más utilidad que la de proporcionarnos unas instrucciones de uso de la vida"
Pero ¿de qué trata este libro?, no voy a escribirlo yo acá, para eso existe el cyber-espacio (seguro que incluso la inmunda Wikipedia debe de opinar alguito); y tal vez, hasta se pueda saber de que van estos 99 capítulos y algo más yendo a una biblioteca o a una librería, y preguntándole a la veterana con lentes que te atienda (danger-danger prejuicio) "¿Me das el libro "La Vida instrucciones de uso" de Georges Perec?"

(Esta entrada tiene dos fotos repetidas en este blog, una esta de acá arribita. Hay mil fotos de Perec en la Worl Wide Web, todas tienen cierta gracia en el mejor sentido de la palabra, pero esta con gato combinaba muy bien con el gato de Amélie en la cama, y el de Suzuki por allá abajo e incluso con "Don Gato y su pandilla" que Arien no deja de hincharme que vayamos a ver.
"La Vida instrucciones de uso" es fundamentalmente un ejercicio de estilo y una celebración de la forma (una puesta en escena de teorías sobre la literatura del OuLiPo); y es como relato sobre todo la historia de un edificio, que se va recorriendo a través del tiempo (1875-1975) y del espacio que brindan sus 99 divisiones, y es en particular hechos que vivieron sus habitantes y gente que andaba por ahí. El edificio está en el barrio que más me gusta de París, el 17º Arrondissement, y su estructura es la que está en el esquema este de aquí abajo.

Dice:
"Post Scrptum:
Este libro comprende citas, a veces ligeramente modificadas, de: René BellettoHans BellmerJorge Luis BorgesMichel ButorItalo CalvinoAgatha ChristieGustave FlaubertSigmund FreudAlfred JarryJames JoyceFranz KafkaMichel LeirisMalcolm LowryThomas MannGabriel García MárquezHarry MathewsHerman MelvilleVladimir NabokovGeorges PerecRoger PriceMarcel ProustRaymond QueneauFrançois RabelaisJacques RoubaudRaymond RousselStendhalLaurence SterneTheodore SturgeonJulio VerneUnica Zürn."

Pienso fundamentalmente en Bartleby/Bartlebooth, y en ...  no hay con que darle no hay forma de contarlo, hay que leerlo, es inacabable, no es un simple acto de lectura, es una experiencia sobre como se puede percibir el "todo". Pegate una vuelta, y si no te gusta, te pagamos la diferencia, pero atención, esto no es "El Alquimista", es alquimia en serio.

Es el "Ulises" y "La Divina Comedia" y también "Rayuela" y "Si una noche de invierno un viajero", es tomarse el transiberiano y viajar en el Nautilus con el capitán Nemo, es viajar con Silvio a Casiopea o saltar en la popu de la Bombonera.

Es un puzzle:
"Preámbulo
("La mirada sigue los caminos que se le han reservado a la obra", Paul Klee)
... De todo ello se deduce lo que, sin duda, constituye la verdad última del puzzle: a pesar de las apariencias, no se trata de un juego solitario: cada gesto que hace el jugador de puzzle ha sido hecho antes por el creador del mismo; cada pieza que coge y vuelve a coger, que examina, que acaricia, cada combinación que prueba y vuelve a probar de nuevo, cada tanteo, cada intuición, cada esperanza, cada desilusión han sido decididos, calculados, estudiados por el otro."

Es broma matemática y movimiento exquisito de la inteligencia; es un recorrido del edificio con el movimiento en forma de un caballo de ajedrez, y es dar la vuelta al mundo junto con 1700 personajes. Es un manual con instrucciones para la vida

(ya es 11/11/11, me voy a apoliyar)


Viaje Caprichoso de los Canotiers hasta Autorretrato '92

"La chica que bebe de la copa"
del cuadro "Le déjeuner des canotiers"
En una entrada anterior opinaba que todos, bué, digamos muchos, de los cuadros de Van Gogh eran autorretratos, más alá de los entre 34 y 39 en los que se pinta a sí mismo; de pronto queriendo hablar de lo que estoy hablando ahora podría afirmar (opinar) que todo lo que uno hace es un "autorretrato", pero si me aferro a esa afirmación no tendría ninguna razón para comentar nada sobre alguna diferencia o un matiz (quiero decir, si me animo a decir "todos somos inteligentes" o, su contrario, "todos somos idiotas", eso quiere decir que nadie es inteligente, o que nadie es idiota, sencillamente bastaría con afirmar tautológicamente -y cobardemente- "somos lo que somos"). Como siempre ya me perdí dentro de mí mismo, entonces obviando cualquier otra "autointerrupción", diré salvajemante que si un cuadro se muestra en algún aspecto como un "autorretrato", me animo a opinar que el estado de ánimo en "Le déjeuner des canotiers" está expresado por "La chica que bebe de la copa", no creo que sea muy casual que esa imagen, ese instante (tal vez sería más justo decir esa "impresión"), ocupe el centro de la escena.
¿Qué tiene de interesante esto que estoy diciendo? Nada, es que justamente de eso se trata este espacio, de insignificancias que ocuparon algún momento en el pensamiento de un tipo perdido en 7000 millones de tipos.
Lo que sí tiene de particular es (dos puntos): que al ver "Amélie" hace 10 años descifre un resplandor que tuve hace 20 años. Sentado en el cine pensé (porque yo voy al cine a pensar) con mucha satisfacción que cerraba un círculo que había estado abierto por casi 10 años.

El círculo se abrió con esa imagen que se metió en el visor de mi cámara mientras trataba de "capturar almas" en esa plazita de Montmartre donde funciona una feria a una cuadra del Sacré Coeur.
(tengo que salir, esto parece no tener fin)
Hacía ya días que le sacaba fotos a todos las construcciones que emocionaban mis sentidos, y como era la última tarde decidí tomar a la gente que andaba por las calles; no era fácil, especialmente porque quería sorprenderla en gestos espontáneos y la cámara fue comprada hacía 3 segundos en destino y no era la instamátic de kodak que acostumbraba a usar, había que hacer foco, la luz, la velocidad, así que de repente tenía gente sonriendo o enojados porque los "apuntaba". Bué, la foto que quise sacar es similar a la imagen de "La chica que bebe de la copa", la que realmente saqué fue la representación de un instante después, y la que creí haber intentado durante años es similar a "La bebedora de absenta" que aparece aquí debajo de estas líneas (absenta es ajenjo, pero los que nacimos en el tiempo y el lugar en el que nací yo sabemos que el "ajenjo" es bebida de jugadores de cartas en los boliches de pueblo, y "absenta" es una bebida cool que toman los conchetos). Colocadas las tres imágenes juntas podemos (yo lo hago) pensar en una secuencia, es la secuencia que viví hace 20 años a través del ojo de mi cámara, 
"Dans un café"
(también llamado "L'absinthe" o "La bebedora de absenta")
(1876, Musée deOrsay)
de Edgar Degas
Autorretrato
Y dándome prisa porque ya son las 4 y 10, les cuento que esta de aquí abajo fue la última foto que saqué en ese viaje. Eran ya como las 8 de la tardecita, la luz se iba (no tenía flash), Bloomsday, pero en París, de 1992. Precisamente en Pigalle, en un espejo entre una pecera con langostas para eligir y devorar y el Moulin Rouge (éramos tan jóvenes).

¡Au revoir!

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