lunes, 21 de noviembre de 2011

Rincón "Columna Juan Román Riquelme" x 2

"Team de fútbol", (1954) de Antonio Berni

Si Usted (sí, Usted que está leyendo esto en este momento y tal vez sea lo bastante listo como para dejarlo ya e irse a ver el bikini open y no saber como sigue este blablablerío), decía, si Usted pasa a menudo o por azar o por accidente o por mala suerte en esta baldosa del cyberespacio, podría pensar erróneamente que el Everest de mis inquietudes es la música o el cine o la literatura o la pintura o sencillamente la cursilería; pero bué, resulta ser que mi pasión es el Fútbol. Lamento decepcionarlo, pero digo, ¿lo puedo tutear?, ok, lamento decepcionarte, pero para este oficinista la mejor representación cuántica (?) del mundo es ofrecida por 22 muchachos que apenas parecen correr detrás de una pelota dentro de una cancha de fútbol.
Tratar de demostrar en que consiste esa representación del mundo a través del fútbol (y especialmente, derrumbar esa tonta idea de que el fútbol no es más que 22 tipos corriendo atrás de una pelota) fue la tarea que me propuse al contar unas historias de la boca de un tal Kaya Rastaman.


¿A qué viene esta entrada en este blog en el casi día de la música? (Bué, hoy es 22 de Noviembre, pero eso solo lo sé yo, en Japón ya es 23). Viene a qué me encuentro un mensaje en esa "red social" en la que todos son muy amables (no se puede decir "NO me gusta" o "este comentario es una cagada" o comentar la foto de una persona que hace 30 años que no ves con un "estás hecho mierda, ¿nadie te dijo que la carmela arratonada te queda horrible?" o a una divorciada que hizo la primaria con vos comentarle "con esas calzas color sandía pareces un gato gratis" o a una opinión sobre el estado de las cosas "sabía que te convertirías en un idiota, pero jamás imaginé que llegarías a ese grado de fachismo")
(Bué, para no violentarme, me voy a ver el "Circo Marien", después sigo)
Volví, y decía que me encontré con un mensaje que decía "Me contaron que trabajás en una radio"


No respondí allá, en aquella "red social": "No, te contaron mal", hice un silencio piadoso en la convicción de que ser un comunicador social es mucho mejor que ser un oficinista, y de esta manera fomentaría el interés de mis 70 amigos (y disminuyendo, ya que si hago comentarios incorrectos como "el botox te hace parecer a Chirolita"). No respondí allá, o mejor, mentí por omisión; y es hoy que respondo aquí, ya que le dije a uno de mis amigos de la "red social" que entraría mi conclusión "Mundial 2010" en este espacio.
Esa respuesta es: "No, te contaron mal". Pasó que una vez, y a raíz de mis opiniones sobre el fútbol que eran publicadas en un blog, me invitaron a participar una mañana de un programa de radio, y luego sucedió que esa mañana se estiró por dos años. Asistí todos los sábados de 10 a 12 durante dos años a la radio con la función "oficial" de hablar de fútbol. Como soy una persona que piensa que la vida es sencilla y el funcionamiento del mundo no es inexplicable ni ilimitado, mis opiniones sobre la representación del mundo se terminaron antes de que acabe el tercer mes; por esa razón empecé a ejercer mi función personal, que no es otra que molestar, incomodar, y hacer como que hablaba de fútbol cuando en realidad hablaba de películas, canciones, libros, política, de mi vieja y de mi niñez; dándome el gusto, por ejemplo, de recitar a las 11 de la mañana un poema de Bukowski y acto seguido programar una canción de Frank Zappa de 12 minutos. Una de mis "intervenciones" consistía en programar algunos temas musicales, que son los que figuran en a lista ahí al costadito como "Canciones pasados en La Liga" ("La Liga" se llama el programa de radio, a cuyo staff ya no pertenezco, por una doble razón: 1) que decidí dejarlo este año; y 2) que ya no me llamaron, ni me invitaron (bué, ya ni me nombran) aunque nunca llegué a informarle a mis compañeros que yo no iría más). Claro, de más está decir, que nunca fue un trabajo, ya que nunca cobré nada por asistir todos los sábados, ni nunca realicé ninguna tarea de "producción", solo pensaba en dos o tres temas, llevaba mis discos, y luego dejaba que "fluyera" la conversación; incluso el último semestre ante la huida de los auspiciantes pagamos de nuestro bolsillo el espacio, lo que hacía que me vengara pasando canciones como "Que la tortilla se vuelva" o "Existen", u opinara fuertemente convencido, como estoy, a favor de la unión civil, la ley de medios, o del modo de hablar de cada quien según lugar y su educación, en plena mañana aldeana.

"Columna Juan Román Riquelme"
Si le ponen un poco de atención a la lista de canciones de ahí al lado, se darán cuenta (si son tan smarts como yo y las conocen, ja) que en general no es el tono festivo o una temática playera lo que las caracteriza. Esa elección me hacía blanco de muchísimas cargadas, insultos, incluso burlas directas, donde los calificativos de "lentas" y "aburridas" no faltaban nunca en los comentarios. Mi respuesta era que intentaba introducir un momento de reflexión en el clima distendido de la mañana del sábado en general y del delirante programa en particular (el móvil principal del programa era hablar sobre un campeonato amateur de fútbol); ese intento de reflexión en el idioma futbolístico se expresa como "poner la pelota debajo de la suela del botín", por eso empecé a organizar el discurso de mi "tema del día" en unos 10 minutos que me gustaba denominar "Columna Juan Román Riquelme".


"No ha sido fácil, pero sufro contigo el error"
Hace unos días le hice un cometario a mi sobrina Cecilia, sobre lo que podría llamar pretenciosamente "Las canciones de Pablo Milanés y yo". En la enumeración incluía "No ha sido fácil", que fue protagonista de la "Columna Juan Román Riquelme" que dediqué a la eliminación de Argentina de la Copa del Mundo de Sudáfrica 2010. El juego que intenté proponer fue el de imaginar que los versos de la canción del Querido Pablo era lo que Dieguito nos quería decir, por lo menos, a todos los que sabemos comprenderlo. Traté de dar una mirada sobre el hecho futbolístico salpicado con opiniones delirantes extrafutbolísticas, recité la canción como si fuese un poema (ja, mucha gente se divirtió "conmigo"), y luego empezó a sonar la incomparable voz de Pablito. Claro Dieguito, claro que sufrí contigo el error, de la misma forma que gocé con vos lo que diste bien ...


"No ha sido fácil"
de Pablo Milanés

Yo, vine creciendo y me forjé
cual mi generación distinta
a la de ayer.
Soy, continuidad de mi niñez,
que es hija del sudor
de los brazos que ame.
Soy como quisieron ser
pero tratando de ser yo,
ni menos mal
pero en verdad
ni menos bien
No ha sido fácil tener
una opinión que haga
valer mi vocación
mi libertad para escoger
Amo sin ver lo que en el futuro
tenga que acontecer
dejo al sentir mas puro,
florecer
Amame sin temor alguno
que yo he de prometer
fidelidad a mi modo de ser
Yo, yo sólo tengo la razón
de quien quisiera ser
mejor de lo que ayer
yo, pongo en tu mano el corazón
con toda mi virtud,
mi egoísmo también
Sufre conmigo el error que cometeré
goza también lo que de bien
se ha de lograr sin pretender
sube conmigo a encontrar el escalón
que evocaré para llegar
a ese lugar que un día soñé.
Amo sin ver lo que en futuro...


(x 2)
"Columna Juan Román Riquelme"
(x 2)

"Al goleador del campeonato"
Esa fue la primera vez que denominé a mi intervención especial como "Columna Juan Román Riquelme", estaba dedicada al goleador del campeonato amateur del que trataba el programa, un goleador que compartía su vida con una mujer cuya profesión era ser peluquera. Me atreví ya que el goleador es amigo y su familia era oyente cautiva (un día, otro, dediqué a las madres de los goleadores  "Recuerdos de Ypacaraí" interpretada por Jorge Cafrune y tuvo un recibimiento inesperado, por lo bueno, claro).
Por supuesto aproveché para exponer una de mis manías, que tiene que ver con el capítulo personalísimo e insignificante "Las Canciones, las Películas y yo".

"El marido de la peluquera"
de Patrice Leconte 


Me macheteo y veo que es del año 1990, pero no creo haberla visto antes de 1996 (aunque espiando un poco más dice que en Argentina se estrenó en Septiembre de 1993, por lo que supongo que la vi en algún ciclo de Cine Francés). La volví a ver hace menos de una semana en mi cine personal, y la había visto en aquellos días del 2009 en que se me ocurrió citarla en medio de una charla de fútbol.
¡Qué película increíble! 82 minutos, hecha con 2 con 50, y seis, siete, ocho frases que merecen estar en cualquier antología. Los avaros y, evidentemente, pochocleros críticos aficionados de FilmAffinity solo llegaron a promediarle ********** un 7.
Si no la viste, no escuches la canción porque cuenta la peli; o mejor, si no la viste, animate a escuchar la canción y contame si no te dieron ganas de ver esta pequeña historia de amor en pantalla de cine; y después contame que no te gustó y te devuelvo lo que pagaste por verla y un dvd de una de Chuazeneguer.



Ese que está lavándose el coco antes de ser peluqueado es el Pequeño Antoine (Antuán), quien en la mesa del almuerzo y luego de que su hermano mayor contestase "Ingeniero Civil" a la pregunta de su padre: "¿Qué querés ser cuando seas grande?", casi sin dudarlo dijo, el Pequeño Antoine (le petitantuán), "Yo quiero ser el marido de la peluquera", ¡JA! y ¡Recontra JA!


Esa belleza de ahí arribita es Mathilde, la peluquera; ella le pidió a Antoine, su marido, que le prometa que el día que deje de quererla no fingiría (me pregunto cuántos seríamos capaces de pedir algo semejante, una frase como esa puede hacer clasificarla como de ciencia ficción, pienso en "Blade Runner", el monólogo final de Roy, o el futuro del amor de Deckard y Rachael, o en los sueños, el origami y los unicornios)


Ese es Antoine (el marido de la peluquera), un bailarín exótico, alguien que recuerda una sunga de lana con cerezas que parecen borlas, alguien que hace crucigramas y acepta el paralelismo con las mujeres que le enseña el padre, y alguien que finalmente a la pregunta del cliente filósofo que envejece sobre cómo es la muerte, contesta implacable que "es amarilla como un limón, con olor a vainillas".


"El Marido de la Peluquera"
de y por Pedro Guerra



Aquí termina esta entrada muy pero que muy personal, es más algo que me cuento a mi mismo, y me quedo jugando al fútbol con el Rey del Caribe, y dándome prisa que ya son las 4 y 10, cumplo un sueño; aunque el tiempo y el espacio lo hubieran permitido, muy improbablemente hubiese podido festejar el día de la música compartiendo una sesión de reggae en el escenario junto Bob Marley, pero me gusta pensar que si el azar nos hubiese juntado, podríamos haber compartido un partidito de fútbol. Y podrás decir lo que quieras de mí, incluso podrás decir que soy un soñador ...



... pero no soy el único.

¡Qué la pasen salvaje!

miércoles, 9 de noviembre de 2011

Amélie: La Vie mode d'emploi. Viaje caprichoso de los Canotiers a un Autorretrato


¡Qué extraño fue ver "Amélie" en los primeros meses del año 2002! El sencillo y suave método de Amélie para cambiar su pequeño mundo (un fabuloso destino entre las causas y azares, diría Silvio Rodríguez, de la mano de una jovencita que trabaja de camarera en Montmartre), se enfrentaba al complejo y áspero método con que intentábamos reparar y mejorar nuestro pequeño mundo real todos los días y las noches de ese verano del 2002 en el que los verdaderos Fénix fuimos nosotros (si, nosotros, mis amigos y yo, y supongo que vos que estás leyendo esto y tus amigos, y todos los demás que estábamos en las calles). El ambiente en aquellos díías era tan espeso que me daba un poco de calor comentar como había disfrutado de esta película; pero para mi ánimo fue uno de los pequeños salvavidas que logró ayudarme en aquel naufragio. Supongo que para eso sirve el arte, para remendar los agujeros que nos va haciendo el "gran" mundo, ese mundo que parece inmanejable (y que evidentemente no lo es, según por ejemplo el modo de uso de Amélie), ese "gran" mundo que apareciendo como inevitable nos va atrapando en las oficinas, en los edificios y nos sumerge en los falsos medios de comunicación. 
(Hora de cenar)
(Ya es el día siguiente)
En la peli, el pequeño muestrario inicial de sucesos simultáneos en la vida cotidiana de diferentes personas me hizo pensar instantáneamente en el libro "La Vie mode d'emploi" de Georges Perec. 


"Le Fabuleux Destin d'Amélie Poulain"
de Jean-Pierre Jeunet
Debo haber leído un millón de reseñas sobre "Amélie" pero en ninguna ví que dijeran que la película trata de un paso anterior al de querer ayudar o arreglar la vida de los demás. Claro, seguramente solo un oficinista como yo puede pensar que lo que realmente está haciendo Amélie está un estadio antes de ser hada madrina. Ese quehacer sería, según mis ojos, el de cambiar el mundo, el de intervenir conscientemente en el curso en que se entretejen causas y azares. Amélie es alguien que trabaja para empujar los hechos hacia una confusión  entre el destino rígido como causalidad y el accidente. Amélie conoce muy bien la relación entre el aleteo de una mariposa y un tsumami. Amélie no "ayuda a las personas", Amélie ayuda al tiempo y al espacio.
(Mierda, otra vez la hora de cenar)

¿Que le promedian los aficionados de FilmAffinity? Respuesta ********** 7,9. A mi lo que me seduce es poder ver a Amélie desde el mismo lugar en que ella está parada; quiero decir, Amélie es una chica cualquiera que hace cosas que podríamos hacer cualquiera de nosotros (excepto escribir un menú del día al revés en esa pizarra transparente); Amélie no hace magia; cuida un gato, reprograma un teléfono, escribe graffitis, deja mensajes enigmáticos, tiene una amiga azafata, una videograbadora, cambia unos focos y una pastas de lugar, hace de Celestina, ayuda a un ciego a cruzar una calle, se disfraza del Zorro. ¿Me entendés? No anda con una varita, ni habla con fantasmas, no ve el futuro, no le paga a mercenarios o especialistas. Sos vos o soy yo manejando los hilos de la realidad que está a nuestro alcance.
Creo que me gustan el todo, y todas sus partes; todas las escenas en que aparecen Lucien o el gnomo de jardín me divierten. Amélie ha conseguido entrar en el folclore de mi pequeña vida de trabajador de 10 a 17; cada vez que miro un partido de fútbol por tele y se corta la transmisión o alguien (casi siempre mujer) se cruza en frente de la pantalla en alguna jugada crucial pienso o digo en voz alta "la pequeña Amélie está en el techo de casa".
Un detalle, o algo más que un detalle, es como circulan en binomio Lady Di/Madre Teresa de Calcuta, y como un comentario muy al pasar nos enrostra el duelo que el mundo ha elegido tener en aquellos tiempos de 1997, bué, no todo el mundo, algunos elegimos diferente.
Y párrafo aparte, y este es un párrafo aparte: está Montmartre, y se lo ve tan real, es estirar el brazo y alcanzarlo.
Pero sabrán (o no, ¿qué más da?) que llegamos a esta entrada de la mano de "Rayuela", es que Amélie tiene algún punto en común con la Maga que me gusta imaginarme, y tiene al señor Raymond Dufayel que es un personaje 100% Perec, y que está empeñado en una tarea muy "perequiana"; pero fue Monsieur Dufayel quien empujó un resplandor en mi psiquis al escribir la entrada anterior. "El hombre de cristal" pinta una y otra vez "Le déjeuner des canotiers", conoce la vida de todos los personajes que aparecen en el cuadro, lo que comen, de lo que conversan, lo que hicieron y lo que harán; la intriga mayor es la "chica que bebe de la copa" en quien Raymond le gusta ver a Amélie; en la fotograma de acá abajo los vemos concentrados en esa figura atrayente que, aunque difusamente, ocupa el centro de la escena de ese cuadro maravilloso de Renoir.
(la versión que pinta Lucien está muy buena, trataré de pegarla en una próxima entrada, no es "promesa electoral")

Si ya sé que la historia de Amélie es una historia de amor; pero al fin al cabo ¿no lo son todas? Esa parte se las dejo a los "comentarios" de aquí abajo. "Amélie" es de una manera muy especial un manual de instrucciones de la vida.
(La tarea de Raymond es muy similar a la que emprende uno de los personajes principales del libro de Perec)
"Le déjeuner des canotiers"
(1881, Colección privada en Washintong, USA)
de Pierre-Auguste Renoir

"La vida instrucciones de uso"
de Georges Perec

Puesto 43 en la encuesta del mejor libro del siglo XX según los franceses. ¿Puesto 43¿ ¿Qué me están cargando? (y eso que lo escribió un francés, bué, un francés muy particular) ¿Este 43 y "El nombre de la rosa" 14? 14 del borracho, será. Bué, ¿qué dice Beigbeder en su "Último inventario antes de liquidación"? Dice por ejemplo que cada edificio de cada calle de cada ciudad contiene un universo rebosante de miles de aventuras únicasy pintorescas que nadie contará nunca, claro, excepto Georges Perec.
Unos meses atrás leía el "Borges" de Bioy Casares dedicado a sus encuentros casi diarios con Borges (contados en el diario de Bioy); allí decía como opinaba Borges que el título era un golpe fulminante (importantísimo) para la obra que presentaba. No puedo imaginarme un mejor título para un libro que "La vida instrucciones de uso". Uno puede imaginarse desde un contenido sobre las claves de la vida infalible hasta un chiste de Les Luthiers. Me acuerdo (Georges Perec, ja) cuando en algunas mesas de bar de la esquina me preguntaban "¿qué estás leyendo?" y la respuesta era recibida siempre en tono de broma, "no, dale, en serio Nejimaki ¿qué estás leyendo?" (me acuerdo, pero ya casi no puedo, hace como mil años que nadie me pregunta "¿qué estás leyendo?", creo que al final estoy consiguiendo una mala junta). Dice Beigbeder que dice un editor francés muy importante "la literatura no tiene más utilidad que la de proporcionarnos unas instrucciones de uso de la vida"
Pero ¿de qué trata este libro?, no voy a escribirlo yo acá, para eso existe el cyber-espacio (seguro que incluso la inmunda Wikipedia debe de opinar alguito); y tal vez, hasta se pueda saber de que van estos 99 capítulos y algo más yendo a una biblioteca o a una librería, y preguntándole a la veterana con lentes que te atienda (danger-danger prejuicio) "¿Me das el libro "La Vida instrucciones de uso" de Georges Perec?"

(Esta entrada tiene dos fotos repetidas en este blog, una esta de acá arribita. Hay mil fotos de Perec en la Worl Wide Web, todas tienen cierta gracia en el mejor sentido de la palabra, pero esta con gato combinaba muy bien con el gato de Amélie en la cama, y el de Suzuki por allá abajo e incluso con "Don Gato y su pandilla" que Arien no deja de hincharme que vayamos a ver.
"La Vida instrucciones de uso" es fundamentalmente un ejercicio de estilo y una celebración de la forma (una puesta en escena de teorías sobre la literatura del OuLiPo); y es como relato sobre todo la historia de un edificio, que se va recorriendo a través del tiempo (1875-1975) y del espacio que brindan sus 99 divisiones, y es en particular hechos que vivieron sus habitantes y gente que andaba por ahí. El edificio está en el barrio que más me gusta de París, el 17º Arrondissement, y su estructura es la que está en el esquema este de aquí abajo.

Dice:
"Post Scrptum:
Este libro comprende citas, a veces ligeramente modificadas, de: René BellettoHans BellmerJorge Luis BorgesMichel ButorItalo CalvinoAgatha ChristieGustave FlaubertSigmund FreudAlfred JarryJames JoyceFranz KafkaMichel LeirisMalcolm LowryThomas MannGabriel García MárquezHarry MathewsHerman MelvilleVladimir NabokovGeorges PerecRoger PriceMarcel ProustRaymond QueneauFrançois RabelaisJacques RoubaudRaymond RousselStendhalLaurence SterneTheodore SturgeonJulio VerneUnica Zürn."

Pienso fundamentalmente en Bartleby/Bartlebooth, y en ...  no hay con que darle no hay forma de contarlo, hay que leerlo, es inacabable, no es un simple acto de lectura, es una experiencia sobre como se puede percibir el "todo". Pegate una vuelta, y si no te gusta, te pagamos la diferencia, pero atención, esto no es "El Alquimista", es alquimia en serio.

Es el "Ulises" y "La Divina Comedia" y también "Rayuela" y "Si una noche de invierno un viajero", es tomarse el transiberiano y viajar en el Nautilus con el capitán Nemo, es viajar con Silvio a Casiopea o saltar en la popu de la Bombonera.

Es un puzzle:
"Preámbulo
("La mirada sigue los caminos que se le han reservado a la obra", Paul Klee)
... De todo ello se deduce lo que, sin duda, constituye la verdad última del puzzle: a pesar de las apariencias, no se trata de un juego solitario: cada gesto que hace el jugador de puzzle ha sido hecho antes por el creador del mismo; cada pieza que coge y vuelve a coger, que examina, que acaricia, cada combinación que prueba y vuelve a probar de nuevo, cada tanteo, cada intuición, cada esperanza, cada desilusión han sido decididos, calculados, estudiados por el otro."

Es broma matemática y movimiento exquisito de la inteligencia; es un recorrido del edificio con el movimiento en forma de un caballo de ajedrez, y es dar la vuelta al mundo junto con 1700 personajes. Es un manual con instrucciones para la vida

(ya es 11/11/11, me voy a apoliyar)


Viaje Caprichoso de los Canotiers hasta Autorretrato '92

"La chica que bebe de la copa"
del cuadro "Le déjeuner des canotiers"
En una entrada anterior opinaba que todos, bué, digamos muchos, de los cuadros de Van Gogh eran autorretratos, más alá de los entre 34 y 39 en los que se pinta a sí mismo; de pronto queriendo hablar de lo que estoy hablando ahora podría afirmar (opinar) que todo lo que uno hace es un "autorretrato", pero si me aferro a esa afirmación no tendría ninguna razón para comentar nada sobre alguna diferencia o un matiz (quiero decir, si me animo a decir "todos somos inteligentes" o, su contrario, "todos somos idiotas", eso quiere decir que nadie es inteligente, o que nadie es idiota, sencillamente bastaría con afirmar tautológicamente -y cobardemente- "somos lo que somos"). Como siempre ya me perdí dentro de mí mismo, entonces obviando cualquier otra "autointerrupción", diré salvajemante que si un cuadro se muestra en algún aspecto como un "autorretrato", me animo a opinar que el estado de ánimo en "Le déjeuner des canotiers" está expresado por "La chica que bebe de la copa", no creo que sea muy casual que esa imagen, ese instante (tal vez sería más justo decir esa "impresión"), ocupe el centro de la escena.
¿Qué tiene de interesante esto que estoy diciendo? Nada, es que justamente de eso se trata este espacio, de insignificancias que ocuparon algún momento en el pensamiento de un tipo perdido en 7000 millones de tipos.
Lo que sí tiene de particular es (dos puntos): que al ver "Amélie" hace 10 años descifre un resplandor que tuve hace 20 años. Sentado en el cine pensé (porque yo voy al cine a pensar) con mucha satisfacción que cerraba un círculo que había estado abierto por casi 10 años.

El círculo se abrió con esa imagen que se metió en el visor de mi cámara mientras trataba de "capturar almas" en esa plazita de Montmartre donde funciona una feria a una cuadra del Sacré Coeur.
(tengo que salir, esto parece no tener fin)
Hacía ya días que le sacaba fotos a todos las construcciones que emocionaban mis sentidos, y como era la última tarde decidí tomar a la gente que andaba por las calles; no era fácil, especialmente porque quería sorprenderla en gestos espontáneos y la cámara fue comprada hacía 3 segundos en destino y no era la instamátic de kodak que acostumbraba a usar, había que hacer foco, la luz, la velocidad, así que de repente tenía gente sonriendo o enojados porque los "apuntaba". Bué, la foto que quise sacar es similar a la imagen de "La chica que bebe de la copa", la que realmente saqué fue la representación de un instante después, y la que creí haber intentado durante años es similar a "La bebedora de absenta" que aparece aquí debajo de estas líneas (absenta es ajenjo, pero los que nacimos en el tiempo y el lugar en el que nací yo sabemos que el "ajenjo" es bebida de jugadores de cartas en los boliches de pueblo, y "absenta" es una bebida cool que toman los conchetos). Colocadas las tres imágenes juntas podemos (yo lo hago) pensar en una secuencia, es la secuencia que viví hace 20 años a través del ojo de mi cámara, 
"Dans un café"
(también llamado "L'absinthe" o "La bebedora de absenta")
(1876, Musée deOrsay)
de Edgar Degas
Autorretrato
Y dándome prisa porque ya son las 4 y 10, les cuento que esta de aquí abajo fue la última foto que saqué en ese viaje. Eran ya como las 8 de la tardecita, la luz se iba (no tenía flash), Bloomsday, pero en París, de 1992. Precisamente en Pigalle, en un espejo entre una pecera con langostas para eligir y devorar y el Moulin Rouge (éramos tan jóvenes).

¡Au revoir!